Luis Sotés es algo así como un francotirador ciudadano, un vecino que se arma de toda la paciencia del Tibet y más también, recorre los estrechos pasillos de la burocracia y consigue ubicar un conocido, un amigo, un contacto en casi todas las oficinas públicas, y esas relaciones le permiten hacerse de documentación que difícilmente pueda alcanzar cualquier mortal.
Luis Sotés vive en Paraná, en calle Manuel Leiva al 500, un recodo del lado histórico del Puerto, y allí es vecino de otros vecinos, y esos vecinos, como Luis Sotés, han visto cómo la urbanización de los alrededores les ha jugado una mala pasada. Viven en una zona baja, y con cada lluvia, reciben los desagües de las zonas más altas de Avenida Ramírez.
Hasta hace algunos años, eso no era problema, pero con las construcciones nuevas que se levantaron en la zona de El Morro, el desagüe de las aguas de lluvias encuentra ahora más tropiezos que antes. “Antes, sobre calle Ambrosetti, donde nace El Morro, no había edificaciones, entonces el agua se escurría. Se loteó la zona, la gente hizo sus tapiales, y ahora el agua quedó encajonada. Por abajo, está el túnel que hizo la Municipalidad, con un caño de 1,80 metros de diámetro, pero entra al sector del Ministerio de Obras Públicas, en el Puerto, con un caño de 0,50. Entonces, se forma un cuello de botella impresionante, y el agua no puede salir”, dice Sotés.
La consecuencia, lógica: los vecinos se inundan. En la última gran precipitación que soportó la ciudad, en marzo último, tuvieron hasta 1,10 metros de agua en sus viviendas. Pero el problema, y la denuncia de Sotés, venían de muchísimo antes.
EL CAMINO. El 5 de febrero de 2007, el vecino se presentó ante el entonces intendente Julio Solanas para plantear el problema, y recordarle que en marzo de 2003 había iniciado un expediente por el mismo asunto.
La nota de Sotés explicaba que “el desagüe pluvial subterráneo que nace en Avenida Ramírez, entre calles Manuel Leiva y Ambrosetti, terminando en el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, donde este último tramo se reduce el 50 % de su diámetro, ya que el tramo inicial es de 1,10 metros, es una falla técnica que ha sido denunciada en varias oportunidades a la Municipalidad local”.
La primera vez que Sotés ve inundar su casa, y la de sus vecinos, fue en enero de 2007. Entonces, se fue hasta la comisaría octava, y efectuó una denuncia. Pero no se quedó con los brazos cruzados, y empezó una heroica batalla contra los papeles oficiales. Así, consiguió que varios funcionarios le dieran la razón, aconsejaran ensanchar el diámetro de los desagües, y así evitar que los vecinos se inundaran, pero no logró que la obrara se pudiera concretar.
El 26 de febrero de 2007, el ingeniero Omar Ramos, entonces director de Obras Viales e Hidráulicas de la Municipalidad, firmó un informe en el expediente caratulado “Sotés Luis. Solicita solución a los problemas de inundación calle Manuel Leiva y Ambrosetti” en el que deja aclarado que “en la medida que el conducto ubicado en el Ministerio de Obras Públicas no se ensanche hasta completar una sección de escurrimiento superior a los 1,54 m2 (contra los 0,50 m2 actuales) los problemas planteados por el recurrente persistirán”.
LOS TROPIEZOS. En diciembre de 2008, el área de Hacienda, que conduce la contadora Mónica Barbabianca, informa que “si bien la obra Ampliación y derivación de desagües esquina Bolívar-Lieva, por un monto de $40.000, no ha sido incluida expresamente en el Plan de Obras Públicas contemplado en el Proyecto de Presupuesto para el año 2009, el cual se adjunta a la presente, es posible llevarlo a cabo con la partida Trabajos Públicos, asignada a la Secretaría de Planificación e Infraestructura para Obras Civiles Varias, por un monto de $ 100.000”. Tampoco fue posible.
En realidad, el cálculo de la obra había sido hecho mucho antes: otra vez, el ingeniero Omar Ramos, en agosto de 2007, había calculado que realizar la obra demandaría una inversión de 36.676,01 pesos, según consta en el folio 17 de un expediente que, a la fecha, acumula 104 hojas.
A esa altura, el pedido de Sotés parecía destinado a quedar en el olvido, envuelto en los papeles de la burocracia. Ni siquiera fue suficiente la autorización expresa otorgada en 2007 por la Dirección Nacional de Vías Navegables para que los obreros municipales ingresaran a jurisdicción nacional para proceder al ensanche del caño de desagüe en cuestión.
Como los trabajos nunca se concretaron, en marzo de este año Ángel Ramón Astrada, jefe del Departamento Paraná Medio eleva a la Municipalidad una nota en la que hace referencia a los insistentes reclamos de Sotés, y explica que “nosotros como Institución debemos decir que en el último fenómeno de la gran lluvia que puso en vilo a toda la ciudad y zonas aledañas nos vimos afectados en los tapiales con el derrumbe por el efecto de la presión del agua en los mismos, por lo tanto estamos en un todo de acuerdo en que se realice la obra en un tiempo perentorio”.
Despedida
Sotés saca hojas, papeles firmados, informes técnicos, y todos le dan la razón a su pedido. El expediente, su expediente, está resguardado en su casa, una copia que alguien le hizo. Fue y gestionó ante funcionarios municipales, y hasta la Defensoría del Pueblo, pero hasta ahora no consiguió nada.
La copia de ese expediente, de su expediente, es el único reaseguro que le queda para seguir batallando contra los papeles.
—¿Sabe por qué vengo acá? –pregunta, frente al cronista de EL DIARIO, un viernes de julio, en la Redacción de EL DIARIO.
—¿Por qué?
—Porque me han tomado el pelo. La última vez que fui me dijeron que iban a hacer la obra, pero que estaban esperando el dinero de la soja. Cuando el funcionario que me atendió me dijo eso, me levanté y me fui. Lo saludé, le dije mucho gusto don Sánchez, y me fui.
|
|
|