La Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) inició ayer varios operativos alrededor de toda la Isla que en las próximas semanas dejarán sin servicio de agua potable a 20,000 clientes morosos y traerán más de $83 millones a las arcas de la corporación pública.
El presidente ejecutivo de la AAA, el ingeniero José Ortiz Vázquez, calificó los operativos como una medida que evitará un posible aumento en la tarifa del agua. Los 20,000 clientes morosos representan el 1.6% del total de 1.25 millones clientes de la AAA, indicó el funcionario.
En los operativos, las brigadas identificarán contadores enterrados. Estos son metros que quedan cubiertos con cemento, dificultando su lectura y obligando a la AAA a estimar el consumo que suele estar $7 por debajo del consumo real. En total, la AAA encontró 25,000 contadores enterrados alrededor del País.
Al mismo tiempo, la corporación pública realiza un censo casa por casa con el fin de detectar y acabar con el hurto del preciado líquido. Se cree que unos 127,000 clientes se roban el agua, lo que deja pérdidas que se estima llegan a los $100 millones. Ayer, las brigadas hicieron 2,310 cortes de agua en las cinco regiones de la AAA. Ortiz Vázquez calculó en $1,956,000 la cantidad que recuperarán cuando los clientes restablezcan el servicio.
“Estos operativos, que son los que evitan el aumento del agua, van a ser constantes, prácticamente a diario. Vamos a redoblar esfuerzos desde el lunes entrante”, apuntó el ingeniero.
Impacto en el este
De los 2,310 cortes realizados ayer, unos 400 tuvieron lugar en la región este de la AAA. Hoy deberá llevarse a cabo una cantidad similar. El director ejecutivo de esa región, William Carrión Hernández, dijo que “el impacto de los cortes será de $600,000”.
En Humacao, la AAA visitó el barrio Buenavista y las urbanizaciones Verde Mar, Las Leandras y Los Rosales. En Naguabo, las brigadas fueron al barrio Húcares. Y en Caguas, al barrio Tomás de Castro y a las urbanizaciones Ciudad Jardín y Los Prados. El Nuevo Día tuvo acceso exclusivo a las intervenciones realizadas en Gurabo. En la urbanización Veredas, la primera casa que se quedó sin agua fue una en la que la deuda databa de febrero pasado y ascendía a $8,491.15.
Armados de destornilladores, alicates y otras herramientas, Orlando Toledo y Luis Orlando Sánchez, de las brigadas de la AAA, instalaron “el tapón” en el contador de la lujosa residencia ubicada en la calle 6. Nadie salió a preguntar qué pasaba. La vivienda parecía deshabitada. Sólo llamaba la atención un yate blanco en el patio.
Lo mismo sucedió en varias residencias cercanas. En la primera, la deuda totalizaba $3,762.88 y en la segunda, $476. Ambas estaban vacías. “En las residencias aparenta no haber gente, pero se nota el consumo. Son cuentas que llevan varios meses en atraso y aparecen en la lista de cortes”, apuntó Carrión Hernández, tras negar que los vecinos de esta urbanización, por ser de clase alta, gocen de privilegios en las oficinas de la AAA.
Ortiz Vázquez, por su parte, achacó dicha percepción a que “en el pasado” las brigadas no completaban los cortes de servicio que tenían asignados. “Hacían sólo el 80% de las asignaciones. No les daba el tiempo para terminar las rutas. En muchos casos hay contadores enterrados”, sentenció.
“La morosidad no la podemos amarrar a una clase social. Hay gente pudiente que no paga el agua y otros que se la roban”, añadió el presidente ejecutivo, tras precisar que normalmente el servicio se suspende si la cuenta refleja 60 días o más en atrasos.
Trabajo costoso
En el barrio Navarro, también en Gurabo, los trabajos se concentraron en desenterrar contadores. En total, unos doce serían reubicados en la zona. Luis Rivera, superintendente de operaciones del área de Caguas, expuso que “los contadores enterrados son la causa principal de las lecturas estimadas porque el lector no llega al metro”.
Agregó que es una operación costosa, cerca de $5,000, toda vez que la AAA tiene que movilizar excavadoras, camiones y brigadas de varios hombres. “El contador se reubica a nivel del terreno y se le tira cemento alrededor para protegerlo”, dijo Rivera, tras enfatizar que los clientes son responsables de las condiciones del contador.
Sobre el particular, Ortiz Vázquez comentó que “en los próximos meses” la AAA aprobaría un reglamento que pasará a los clientes un cargo por los gastos en que incurra la corporación pública al desenterrar un contador.
“Vamos a pasar el cargo, por reglamento, a quien lo tape”, soltó.
El contador de la residencia de Florentino Ruiz Ortiz, de 67 años, fue uno de los que cambiaron de lugar. “A mí me gustaría que lo dejaran ahí, pero si lo mueven eso es cosa de ellos. Si lo mueven van a tener que hacer una nueva zanja para la cometida y me dañarían la entrada de la casa”, expresó Ruiz Ortiz, quien reside hace 40 años en el barrio Navarro y “nunca he tenido problemas con la facturación”.
De todas formas, el sexagenario elogió el trabajo de las brigadas, toda vez que redundará en lecturas más precisas. “Es una buena gestión sólo si lo hacen con ese único propósito”, reiteró.
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