Cuando terminen, los interventores de la empresa Obras Sanitarias Mendoza (OSM) dejarán una cosa en claro: la necesidad de cambiar el actual sistema de cuota fija a uno de medidores para el cobro del consumo de agua domiciliario.
Actualmente el 95% de los usuarios de Mendoza pagan por un sistema de cuota fija que para la facturación tiene en cuenta cuatro variables: superficie del terreno, superficie cubierta, calidad y antigüedad del edificio y coeficiente zonal.
Paga más quien tiene una vivienda grande y nueva, en un lote generoso y bien ubicado que el dueño de una casita de barrio. Paga más el que vive en un barrio privado que en el barrio Torcacitas (Maipú), por poner un ejemplo.
La principal crítica que históricamente ha recibido este sistema es la suerte de “canilla libre” que se produce. Es que, una vez que se determina el costo fijo del agua para una vivienda, su dueño siempre pagará el mismo precio cualquiera sea la cantidad de agua que consuma.
Si el propietario hiciera una ampliación en su hogar o adquiriera un lote pegado a su propiedad, debería declararlo y pagar más por el vital líquido. Pero muchos se toman su tiempo para ponerse al día con su situación catastral y lo mismo suele suceder con los controles.
También es difícil controlar lo que se construye puertas adentro de una propiedad. Así se dan casos en los que muchos levantan quinchos o instalan enormes piscinas y como nadie las ve, siguen pagando el mismo costo fijo durante años.
También puede darse que el dueño de una casa de barrio del IPV tenga un gran consumo de agua y pague sólo $25. El caso más claro y visible es el de los que riegan la calle con agua potable, algo inconcebible en cualquier parte del mundo.
“Si es justo o no es discutible. Lo que no se puede discutir es que no se cobra por el consumo que realiza cada usuario”, analizó Gonzalo Dávila, interventor de la empresa.
Por eso la recomendación para cuando finalice la intervención será que haya un medidor en cada vivienda y cada uno pague por lo que consume. “Es más justo y se hace un mejor uso del recurso” es el parecer de Dávila.
Ahora bien, la transición no es fácil ni barata. Sólo el 5% de los clientes de OSM tiene el sistema que recomendará la intervención y más se usa en los países del Primer Mundo, según información del Ente Provincial del Agua y Saneamiento (EPAS).
La recomendación de usar medidores de agua no será difícil de argumentar pero sí de llevar adelante. Es que una vez que se formalice la necesidad habrá que tomar la decisión de cobrar el agua por consumo a los más influyentes y los que están acostumbrados a pagar muy poquito, con el consabido costo político que esto representaría.
Por otra parte OSM debería tener la infraestructura y el dinero necesarios para pasar al nuevo sistema.
Cualquiera puede pedirlo
Actualmente cualquier usuario puede pedir un medidor de agua para su casa. El costo es de $180 a cargo del cliente según lo establece el régimen tarifario. Esto incluye la instalación.
Sin embargo, el precio de mercado de un medidor es de $400 promedio, según informaron desde la empresa. Es decir que para que Obras Sanitarias Mendoza (OSM) pueda llevar adelante el cambio de sistema necesitaría al menos la modificación de este ítem del régimen tarifario para no perder $120 por medidor (más el costo de la instalación).
Si se tiene en cuenta que aproximadamente son 326.000 los usuarios que cambiarían de sistema, el costo total sería de $130 millones, que quedaría a cargo de los clientes.
Pero antes la empresa debería comprar los medidores y, obviamente, contar con el dinero. Posteriormente tendría que enfrentar dos problemas: el operativo, para instalarlos, y los inconvenientes de la facturación.
Es decir, si hay una sola cuadrilla para instalaciones, se puede demorar muchísimos años la reconversión del sistema. Y de conseguirlo se perdería la agilidad que brinda el costo fijo para facturar. Para colmo habría que definir cuál es la nueva forma en la que se estimarían los consumos y las categorías.
Foto: Archivo Programa Infoagua |
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