En dos años la cantidad de productos nanotecnológicos desarrollados por la industria en todo el mundo aumentó tres veces y media; mientras tanto, en el mismo tiempo, las legislaciones, normas y regulaciones no han avanzado demasiado. La segunda edición del Encuentro Nano-Mercosur, llevada a cabo en Buenos Aires la primera semana de este mes, fue una muestra tanto de las potencialidades y certezas que la nanotecnología depara al campo de la salud -a la industria y a la agricultura- como de las incertidumbres y peligros. Para dar un ejemplo, Karen Hallberg, del Centro Atómico Bariloche, recordó que, según está comprobado, usando nanocristales de hierro se puede remover el 90% del contenido de arsénico del agua en sólo dos horas. Varias localidades del país poseen las napas de agua contaminadas con un contenido de arsénico mayor que el tolerable, lo que causa cánceres a mediano plazo y problemas dermatológicos. Sin embargo, dijo, "no se sabe cuál puede ser el efecto de esas nanopartículas de hierro en la salud humana". Las nanopartículas de plata también pueden ser usadas en varias formas de saneamiento ambiental, pero, ¿cuál será el efecto a largo plazo de su acumulación en el ambiente?, se pregunta.
Nanotecnología es el diseño, el desarrollo y el uso de materiales y sustancias compuestos por partículas del orden del nanómetro (nm), que es la milmillonésima parte de un metro. Sobre el pequeño espacio de un milímetro, en una regla, hay que imaginarse que caben un millón de nanómetros alineados.
A esas dimensiones, la materia puede expresar propiedades muy diferentes a las de los objetos de tamaño corriente. Las características químicas, magnéticas, mecánicas y eléctricas de estos materiales los hacen capaces, por ejemplo, de penetrar la membrana celular y activar un medicamento allí donde las formas farmacéuticas normales no llegan.
Pero también de esas propiedades surge su potencial -y según surgió de lo dicho por los expertos locales en el encuentro, casi desconocida- toxicidad |
|
|