Aun cuando la Argentina continúa ocupando el primer lugar entre los países latinoamericanos en cuanto al desarrollo humano, tiene notables desequilibrios respecto a la cobertura con desagües cloacales y agua potable. De esa manera queda reflejado en el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual desde el organismo mundial se viene elaborando desde 1990.
Son 12 millones de personas las que no cuentan con servicio de cloacas, y además carecen de inodoro con descarga de agua, provocando por lo tanto una alta contaminación de las napas freáticas, mientras que 8 millones no disponen del agua de la red pública.
Las disparidades son notables, pues mientras en Buenos Aires y el Conurbano el 98,1% cuenta con agua potable, en la provincia de Misiones ese abastecimiento sólo alcanza al 59,3%, siendo muchísimo más amplia todavía la diferencia en cuanto a las cloacas, ya que en Capital tiene ese servicio el 94,8% y en Santiago del Estero apenas el 13,9%.
Este trabajo, que data de 2006, tuvo como objetivo central la crisis mundial del agua, revelando algunas cifras escalofriantes por la falta del líquido. En el mundo mueren anualmente 1,8 millón de chicos por causa de diarreas, la mayoría de las cuales podrían evitarse con el solo acceso a agua limpia y un inodoro. Este último elemento no parece decisivo en cuanto al desarrollo humano, pero tiene una trascendencia mucho mayor a lo que parece, constituyéndose en un factor de bienestar y proporcionador de salud para la población.
Una de las conclusiones, destaca que en la mayoría de los casos, la falta de suministro y distribución de agua no tiene que ver con la escasez sino con la pobreza, la desigualdad y las relaciones asimétricas del poder, lo cual puede ser aplicado al caso de nuestro país, habida cuenta de la desigualdad que existe entre las diferentes regiones, tal como queda vista con algunos de los ejemplos mencionados al comienzo de esta nota, pues cuando algunos de los grandes centros urbanos de la región centro están prácticamente cubiertos por los servicios de cloacas y agua potable, en las provincias más pobres - especialmente en el norte- esa prestación es sumamente escasa. Aún, cuando más que con una comodidad para la población, constituya un motivo trascendente en la preservación de la salud.
Aún con estos problemas en ese tema, y con índices de educación que se encuentran en retroceso en cuanto a la calidad de la misma, la Argentina se encuentra ubicada en el primer lugar entre los países latinoamericanos, lo cual se vio motorizado por el crecimiento del PBI per cápita, ajustado por el poder de compra, rubro en el cual se avanzaron diez puestos a nivel mundial, dejándose en claro que se trata de mediciones verificadas dos años atrás, pues desde entonces se ha ingresado en un retroceso en tal sentido.
Pero además, este índice del PNUD combina otras variables, como ser la esperanza de vida de la población, tasa de alfabetización de adultos y tasa combinada de matriculación primaria, secundaria y terciaria.
Este revelamiento indica que la esperanza de vida en nuestro país es de 74,6 años, apenas tres menos que en Noruega, que es quien encabeza el índice mundial, mientras que la tasa de alfabetización se encontraba en ese momento en 97,2%, valor similar al de España que posee 98%.
Aspectos que motorizan la primera ubicación argentina entre sus pares latinoamericanos ocupando el lugar 36 -posicionamiento que viene afianzándose desde comienzos de la década del 90-, apareciendo después Chile en la posición 38, Uruguay 43, Costa Rica 48, México 53, Panamá 58 y Brasil 69.
Reiteramos, estos posicionamientos se lograron con datos que no cuenta con la actualización de los dos últimos años, que han sido en retroceso en cuanto a muchos de los índices requeridos para elaborar la calificación, consecuencia del incremento que ha tenido la indigencia y pobreza, que es justamente la cara opuesta al desarrollo humano.
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