Durante la última reunión de la Mesa del Agua, el viernes último, se habló de la necesidad de instrumentar restricciones en el suministro de agua a la población para hacer frente a la escasez de reservas en el dique Paso de las Piedras.
Sin embargo, la merma en el suministro vino siendo una realidad palpable en las últimas semanas y generó críticas en varios sectores de la ciudad.
Ahora bien, el vecino puede preguntarse por qué razón las restricciones sólo se aplican a los consumos domiciliarios y no a la industria. La respuesta es sencilla: desde 2007 la prioridad en el suministro recae sobre la grandes empresas asentadas en el Polo Petroquímico y no sobre los consumos domiciliarios.
Esto de ninguna forma significa que ABSA vaya a dejar a los bahienses sin agua para abastecer a las industrias, pero sí quiere decir que tratará por todos los medios de evitar restringir el suministro al Polo, incluso a costa de enviar menos caudal a la población.
Una medida tan impopular como esta seguramente jamás será admitida y mucho menos anunciada, pero la Provincia no tiene muchas opciones porque, en caso de incumplir las obligaciones contractuales asumidas con las empresas, podrá ser objeto de duras sanciones económicas.
De ahí la necesidad de sumar el agua del arroyo Napostá al uso industrial frente al trágico escenario que supone un dique Paso de las Piedras totalmente seco, entre otras medidas esbozadas.
Los orígenes
La cuestión del agua industrial se remonta a fines de 1996, cuando Profertil definió su radicación en Bahía Blanca, luego de que la Provincia le asegurara una provisión de agua acorde a sus necesidades.
Lo mismo sucedió con las restantes plantas del Polo que por esos años también realizaron fuertes inversiones.
Profertil había solicitado 20 mil metros cúbicos diarios y las entonces Petroquímica Bahía Blanca y Polisur, entre 12 mil y 15 mil más.
Pese a haber sido negada varias veces, la existencia de ese convenio entre la Provincia y las empresas fue y sigue siendo una realidad. En él quedó asentado que el Estado bonaerense se comprometía a garantizar el suministro requerido, acuerdo que luego heredó Azurix al hacerse cargo años más tarde de la concesión.
Quien comenzó a echar luz sobre la cuestión a comienzos de esta década fue el entonces coordinador ejecutivo del Plan Estratégico, ingeniero Carlos Ocaña, ahora concejal radical, quien aludió expresamente a dicho convenio y admitió que hasta 2007 la población tenía prioridad para la provisión de agua, mientras que después de ese año esa condición pasaba a manos del sector industrial.
"Según consigna el contrato de concesión, Azurix deberá tomar todos los recaudos necesarios, durante esos seis primeros años, para que, al año siguiente, disponga de la cantidad de agua necesaria para abastecer a todos", señalaba a comienzos de 2000 Ocaña, tras una entrevista con funcionarios del ministerio de Obras Públicas bonaerense.
Lo mismo había reconocidoa poco después Richard Lacey, entonces director de Operaciones Técnicas de Azurix.
"Hasta 2007 debemos desarrollar recursos de agua alternativos para la ciudad, de manera tal que el volumen almacenado en el embalse Paso de las Piedras pueda ser utilizado exclusivamente para proveer agua de proceso industrial".
El convenio. El 9 de septiembre de 1997, el ministerio de Obras Públicas bonaerense y Profertil rubricaron un convenio donde se establecieron las condiciones para el abastecimiento de agua a la planta de urea construida en el sector de Cangrejales.
Si bien el acuerdo fue firmado con anterioridad a la privatización de la Administración General de Obras Sanitarias de Buenos Aires (AGOSBA), el expediente integró el pliego de bases y condiciones de la licitación y el contrato de concesión del servicio de agua.
Además, en el artículo séptimo quedó establecido que la empresa adjudicataria (en este caso, Azurix Buenos Aires) estaba obligada a cumplir los compromisos asumidos por el Estado bonaerense, durante los próximos 30 años.
Según pudo saberse, Profertil podía incluso llegar a reclamar hasta el íntegro recupero de la multimillonaria inversión realizada y el lucro cesante sufrido, en caso de una interrupción parcial o total del suministro de agua.
Obviamente, con la salida de Azurix de la concesión las mismas responsabilidades recayeron en ABSA, que ahora debe continuar cumpliendo con lo pactado en 1997.
Incluso el entonces subsecretario de Servicios Públicos bonaerense, doctor Eduardo Sícaro, también permitió echar luz sobre un tema que había permanecido oculto:
"Cuando se privatizó AGOSBA la Provincia trasladó al nuevo concesionario (Azurix) todas las responsabilidades. El contrato con Profertil prevé penas durísimas si hubiese interrupciones en el suministro de agua".
El tiempo pasó y nada se hizo en cuanto a la incorporación de fuentes alternativas capaces de garantizar una normal provisión de agua a la población y, aquella realidad que por entonces aparecía muy lejos, hoy ya es parte del presente.
Un punto urticante. Pero hay más. En el convenio rubricado en 1997 por la Provincia y las empresas del Polo Petroquímico --aún vigente--, se estableció el precio del agua industrial de acuerdo con una escala que otorgaba descuentos a medida que aumentase el consumo.
La escala tarifaria difiere diametralmente de la que rige para los consumos domiciliarios, donde a mayor consumo corresponde mayor precio.
Siempre AGOSBA sostuvo, utilizando un criterio vigente en los países más desarrollados, que los aranceles progresivos estimulaban el ahorro de agua.
En tanto, los aranceles decrecientes obedecen a cuestiones de rentabilidad (el consumo más alto disminuye el precio unitario del agua), pero fomentan su derroche y favorecen a los grandes consumidores.
En ese marco, sigue siendo al menos llamativa la implementación de aranceles decrecientes para algunas empresas del Polo, Industrial local, sobre todo en una región donde el recurso hídrico es escaso y el abastecimiento a la población no ha sido totalmente resuelto.
Derroche. Deficiencias en la construcción del acueducto industrial que enlaza la planta potabilizadora Patagonia y el Polo obligan a que este funciona de manera continúa, es decir, sin interrupciones, independientemente del consumo que requieran las grandes plantas.
Sucesivas roturas en el conducto de 70 centímetros de diámetro y 13 kilómetros de extensión lo tornaron incapaz de soportar cambios de presión y frenado, por lo que, diariamente, el líquido no consumido es volcado a la ría.
Cifras
* 8.600 m3/hora es la cantidad de agua requerida por la población
* 2.200 m3/hora es la cantidad de agua requerida por las industrias.
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