A la espera de la ejecución de un plan integral de defensa costera que abarque y genere el real compromiso de todos los municipios del sudeste bonaerense, la erosión marítima continúa afectando severamente a la región.
Así, entre las diversas consecuencias que de manera casi cotidiana viene dando cuenta este medio, una acuciante viven los pobladores y propietarios del balneario Mar Chiquita, quienes tratan de no quedarse inmóviles mientras las olas rompen sobre los cimientos de sus viviendas.
En tanto, desde el municipio comenzaron a ensayar pequeñas obras de mitigación -las que están a su alcance presupuestario- disponiendo piedras sobre un sector de médanos que ya fueron arrasados para intentar que las casas se mantengan en pie.
Sin embargo, la situación es un tanto más compleja en esta pequeña villa ubicada de cara al océano, en el margen de la laguna que le da nombre a la localidad. Sucede que la misma acción erosiva del agua y el viento socava las playas en algunos lugares, pero en otros genera una excesiva acumulación de arena. Claro que esto no es casualidad, sino el resultado de un proceso de años que se aceleró en los últimos meses.
Por su parte, la sudestada registrada semanas atrás dejó impactantes secuelas que hoy están a la vista. Durante dos días el mar azotó con fuerza, superó la boca de la albufera e ingresó al pueblo. Las viviendas más expuestas resistieron al embate del meteoro, pero quedaron sumamente debilitadas frente a un próximo temporal.
"Fueron dos días que nunca voy a olvidar. Durante 48 horas el mar pegó debajo de mi casa. Y cuando todo se calmó, si quería podía pescar desde la ventana de mi habitación", comentó Silvia Ricardi, una de las pobladoras que recibió a LA CAPITAL en su recorrida por la pintoresca zona costera.
Cansada de la gran urbe, ella dejó Buenos Aires y se instaló con su hija en Mar Chiquita hace cinco años, en la vivienda que fue adquirida por su abuelo poco más de tres décadas antes.
Hoy la casa es la última de la cuadra. Donde termina la calle, un médano cortado devino en un pequeño acantilado, que sobre el filo sostiene a varias unidades habitacionales. Algunas son típicas moradas de fin de semana y otras permanentes. En el caso de Silvia, ya ni le queda vereda. Su habitación y lo que sería el patio se unen a la playa.
Esta es sólo un ejemplo de las tantas propiedades que se encuentran en la misma situación. De hecho, entre la vivienda y el fondo de la vecina, un tremendo corte del terreno refleja el avance del agua que dejó como huella un pozo similar a un cenote mexicano.
Con la copia de un antiguo plano en la mano, Silvia consignó que en 1960 por delante de su actual residencia había dos cuadras, luego se imponía una cadena de dunas fijas y después estaba el mar.
Pero acercándose en tiempo y espacio, Ricardi recordó el fuerte temporal del 5 de abril de 1997. En aquella fecha, una tempestad devastó parte de la costa, derrumbando cuantas construcciones poco rígidas había a su paso. "Tanto los médanos como algunas casas fueron reconstruidas, se hicieron obras pero después nadie continuó con el mantenimiento de las tareas de defensa costera", remarcó.
Otro caso, si se quiere más urgente, es el de un vecino de apellido La Roca. Su vivienda está ubicada en la denominada boca de Mar Chiquita. Ese espacio continental es una angosta lengua terrestre que divide al océano de la laguna. Allí, cuando sube la marea las olas pegan en la base de la pequeña construcción.
Urgencias y necesidades
Mientras las autoridades comunales esperan y aceleran gestiones por estas obras de envergadura ante el Ministerio de Infraestructura bonaerense, el delegado municipal Luis Facca enumeró las tareas de urgencia que realizan para intentar frenar momentáneamente la mitigación y evitar "que las casas no se caigan".
"Tenemos algunas, como este alpino que fue tapado por un médano y a poca distancia hay viviendas que se las está comiendo el mar. Entonces tratamos de sacarle arena a una para apuntalar la otra", explicó in situ el funcionario.
En cuanto a las acciones de defensa programadas, Facca indicó que el intendente (Jorge Paredi) y autoridades bonaerenses acordaron obras y se programó el refulado de arena entre rompeolas, al tiempo que se proyectan otras escolleras. Pero claro, como los tiempos administrativos en ocasiones no se corresponden a la celeridad necesaria, desde la comuna realizan pequeños trabajos que intentan detener un impacto inmediato.
"Las tareas de mitigación son las que estamos haciendo ahora, que las encaramos con los pocos elementos que tenemos y el presupuesto mínimo que puede disponer un municipio", destacó el delegado.
"Concretamente -agregó- intentamos utilizar rocas dispersas sobre la playa para realizar un piedraplén en la base del médano: pero para hacer hacer algo más grande se necesita cierta maquinaria el municipio no posee. Eso lo tiene que disponer Hidráulica mediante un concurso o licitación rápida para movilizar el material con palas apropiadas; por ahora hacemos lo que podemos y no vamos a permitir que las casas se vengan abajo".
Mientras caminada a orillas del mar con este medio, el funcionario indicó que un sector en el que ahora son sólo rocas, antes era una playa de arena. "Esta, en realidad, era la base del médano", dijo parado sobre una superficie plana que da cuenta del proceso erosivo.
Asimismo, opinó que "si el océano va a seguir su aumentando su nivel, hay que proyectar un plan que no sea rígido y se adapte a las variables. Pero mientras tanto hay que trabajar en las urgencias".
En cuanto a la última sudestada, Luis Facca elogió la actitud de los operarios de las dos maquinarias viales que hoy trabajan en la playa. "Ese día estaban en Coronel Vidal. Los llamé a las 10 de la noche, se vinieron y nos fuimos a pelear en Parque Lago. Esa noche estuvimos hasta las dos de la mañana. Tirábamos una palada de tierra, venía el mar y se la llevaba y estuvimos así hasta que bajó un poco la marea. Fue arriesgado, pero no podíamos permitir que el agua se llevara las casas".
Asimismo, cerca de la boca de la laguna, el delegado explicó que "hoy si no fueran por estas dos obritas (espigones en T) buena parte de la costa estaría arrasada; entre ellos el Hotel Mar Chiquita".
Seguidamente, dijo que "respeto las posiciones ecologistas (por la Asociación Surfrider) que llegaron a interponer un recurso de amparo para frenar las construcciones de los rompeolas; pero si esas rocas no se hubieran puesto ahí, las casas que están en pie hoy no existirían".
En cuanto a los perjuicios de un manejo individual de la defensa costera y la falta de ejecución de un plan integral para el todo el sudeste, Facca trazó un ejemplo: "El puerto de Mar del Plata complica a quienes vivimos en Mar Chiquita, porque la retención de arena que allí se realiza genera inconvenientes en esta zona. Está técnicamente comprobado que hasta cinco o seis metros de profundidad se derivan corrientes y arena que interfieren el ciclo natural, pero después se acomoda. Sin embargo, el puerto ya está en una isobata de 10 metros y ese ciclo se bloquea".
"La mano del hombre es lo más erosivo"
Consustanciada por el medio que la rodea, Silvia Ricardi sostuvo que "la mano del hombre es lo más erosivo".
Así, más allá de los reclamos por obras, la residente dijo que envió cartas documento pidiendo que se cumpla con la Ley de Minería para evitar la extracción de arena de la zona.
Por otra parte, indicó que un grupo de vecinos se reunieron para exigir que "se diagrame o se reglamente la circulación de los cuatriciclos y las motos, porque destruyen todo el perfil de los médanos".
"No queremos que se prohíba nada, sino que se reglamente la circulación de vehículos que tanto daño le hacen a la costa. Es decir, sacrifiquemos un área para que la gente vaya con estos rodados a divertirse, pero protejamos la playa, porque en verano es un descontrol. Entre el monóxido de los caños de escape, los niños jugando y el perjuicio para la arena, el daño es importante", subrayó.
Asimismo, explicó que desde hace un tiempo asesorados por profesionales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quienes gratuitamente aconsejan sobre acciones de defensa costera.
"Los vecinos somos un grupo enorme de personas que queremos laburar en forma voluntaria para realizar los enquinchados, pero tiene que ser con consenso de las autoridades", dijo Silvia.
Vale mencionar que los enquinchados forman un sistema que aplicó hace muchos años Carlos Gesell para fijar y recuperar médanos de manera natural. Consiste en fuertes redes de ramas y alambres ubicadas en dirección estratégica al viento más fuerte. Las mismas tienen una importante longitud y 80 centímetros de alto que permiten la acumulación de arena. Una vez que el enquinchado queda cubierto, se construye otro arriba.
|
|
|