La publicación data del 29 de julio pasado, o sea cuatro días después de que los presidentes Lugo y Lula firmaran la Declaración Conjunta sobre Itaipú.
Recuerda la revista que la frase de marras fue acuñada por el embajador Rubens Barbosa, ex viceministro de Itamaraty, hoy miembro del cuadro de dirigentes de la Federação das Indústrias do Estado de São Paulo, opositor a cualquier reclamo paraguayo en Itaipú.
Esa diplomacia, añade la revista, está hecho “con nuestro sombrero, como siempre”.
Agrega Veja que las nuevas reglas “altera el Tratado de Itaipú”, firmado en 1973, y enumera esas reglas: “cambio principal: el valor de US$ 120 millones que Brasil paga por utilizar la energía a que el Paraguay tiene derecho, pero no usa, será multiplicado por tres, o ea US$ 360 millones”.
No fundamenta la alteración, porque lo que “declaró” fue la intención de actualizar el factor multiplicador de una Nota Reversal de 1986, hecho que apenas incrementa la propina brasileña por aprovecharse de la energía paraguaya en Itaipú.
Reitera, además, el error habitual o malintencionado de los diplomáticos de Itamaraty, desafortunadamente transcripto en el punto 6 de la declaración: “... la energía a la cual el Paraguay tiene derecho”, a pesar de que lo correcto es la energía que pertenece al Paraguay.
Añade como una extraordinaria concesión el permiso que darán a la ANDE para que venda 300 MWh al mercado del vecino país e imputan a la “diplomacia brasileña según Barbosa”, los US$ 450 millones que costará la línea de transmisión de 500 KV entre Itaipú y Villa Hayes, que será pagada, en definitiva, por la entidad binacional.
“En el manual latinoamericano de victimología, los EE.UU. están el centro del universo como villano explotador, papel dividido en el caso paraguayo con Brasil”, añade la publicación de referencia.
No titubea en remover las heridas del pasado, por ejemplo que la Guerra de la Triple Alianza fue provocada “por el tirano López”, pero se olvida de mencionar al régimen esclavista estonces dueño de su país, que no dudó en usar como carne de cañón en ese genocidio a esclavos afrodescendientes.
Insiste que “la usina fue construida sin un centavo paraguayo”, pero no mencionó que los centavos brasileños, a finales de 2006 ya tuvieron un retorno de US$ 30.700 millones y que aún reclaman otros 30.000 millones hasta el 2023.
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