La pesca deportiva y recreativa es una saludable terapia para miles de argentinos. La actividad engloba todo un rito que se transmite de generación en generación, y en el que nadie olvida su iniciación. Contraponiéndose a ésta, aparece la pesca industrial, que la mayoría de las veces incurre en la sobreexplotación del recurso sin respetar ni calendarios ni cupos, y muchos restaurantes denominados gourmet realizan un consumo ignorante.
Entonces, en un futuro no muy lejano podría ocurrir que muchos pescados desaparezcan de las cartas de los restaurantes o pescaderías por tratarse de una especie en extinción o por ya estar extinta. Para 2048 todos los recursos pesqueros estarían agotados. Esa es la proyección realizada por el periodista Charles Clover en The End of the Line y que el cineasta Rupert Murray llevó al cine en formato de documental.
La película fue grabada alrededor del mundo, desde Gibraltar a Senegal, y desde Alaska hasta el mercado de pescado de Tokio, con la participación de científicos, pescadores y funcionarios encargados de hacer cumplir las normas pesqueras.
The End of The Line es el primer filme que muestra los efectos de la sobrepesca sobre los océanos, el consumo ignorante en los restaurantes y el fin de los recursos pesqueros que los científicos calculan para el año 2048.
“Si se trata de animales terrestres habría una revuelta enorme, pero es un problema del que ni nos damos cuenta ni nos preocupamos porque ocurre en los mares”, afirman desde la comunidad científica.
La preocupación de los investigadores radica en que, a partir de tecnología como el GPS, las empresas pesqueras son capaces de localizar bancos de atunes desde un avión.
Por mencionar apenas un caso, el auge del sushi y el sashimi hizo que proliferaran restaurantes especializados en este tipo de comidas. Sólo en la ciudad de Tokyo existen más de 7.000. Y mientras desciende la cantidad de pescado disponible, su precio aumenta en las cartas.
El escaso número de atunes existente en la actualidad hace temer una recuperación imposible como ya ocurrió con el bacalao del norte. El documental que se estrenó en enero en el Festival de Sundance muestra cómo la población de Newfounland en Canadá pasó de ser epicentro mundial de la pesca de bacalao a ser un pueblo fantasma al haber agotado todos sus recursos.
La situación en nuestro país
“Resulta enormemente preocupante la incorporación del surubí en el decreto 931 para establecer un cupo exportable, argumentando en los considerandos que los estudios permiten su inclusión”, señaló Adolfo Espíndola, secretario del Concurso del Surubí en Reconquista, conocido a nivel mundial y que convoca cada año a más de 40.000 personas.
“Si los datos que disponemos nos indican un retroceso numérico y una caída del promedio en kilos de los surubíes, situación que no sólo vive la pesca deportiva, sino también la pesca comercial, es una realidad que nos permite pensar que la decisión del Gobierno nacional es desacertada e inoportuna. En lugar de destinar esta especie a la exportación se deberían tomar medidas de protección”, explicó Espíndola.
El decreto, del 23 de julio pasado, que se extiende hasta el 31 de diciembre de 2010, establece que las especies sábalo, surubí, tararira y boga, sólo se podrán exportar hasta completar los cupos de exportación que fije la secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación (Sagpya), organismo que evaluará el estado de estas especies y, en base a ello, recomendará cuáles deberán ser los cupos de exportación.
“Lo alarmante de esta medida del Gobierno nacional es que en principio habilita la exportación de pescado, pero sin establecer los cupos”, añadió.
“Cientos de miles de familias ribereñas en el norte del país tienen al surubí como especie blanco de sus pesquerías; esta especie cumple una importante función social y económica, por lo tanto el Estado debería regular la pesquería con una visión de sustentabilidad y de equidad, buscando el máximo beneficio para más cantidad de personas y no permitir la exportación del surubí, beneficiando a unos pocos y perjudicando a los pescadores artesanales”, puntualizaron desde la organización ambientalista Proteger.
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