“El agua potable se ha transformado en el recurso estratégico del siglo XXI por eso ha sido, es y continuará siendo fuente permanente de conflictos”, sostuvo Elsa Bruzzone, especialista en temas de Defensa Nacional, Estrategia y Geopolítica, y secretaria del Centro de Militares por la Democracia Argentina (CEMIDA), durante una entrevista mantenida con La Mañana de Neuquén, antes de brindar la conferencia “Argentina y sus recursos naturales” en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue en el marco del ciclo “Pensar la Nación”, organizado por la Facultad de Economía y Administración de la casa de estudios.
“Las guerras del agua” no sólo es el título que decidió ponerle a dos de sus libros sino también el tema que le obsesiona desde hace tiempo. En sus páginas, Bruzzone reflejó su postura en defensa de los recursos naturales y pone un llamado de atención sobre los peligros para la humanidad en relación al agotamiento del agua. “El agua es para el siglo XXI, lo que fue el petróleo para el siglo XX”, manifestó.
En los últimos años el agua se ha convertido en mercancía, lejos de su objetivo esencial de ser un bien social.
Hasta fines de la década del ‘80 este problema no se había planteado. Es en la década del ’90, con la implementación del sistema económico neoliberal globalizado, pergeñado por la Comisión Trilateral (formada por las empresas multinacionales norteamericanas, europeas y japonesas), a fines de la década del ’60 y comienzos de 1970, cuando el acceso al agua potable, es decir a agua sana, pura, limpia y buena, deja de ser un derecho humano y se transforma en mercadería. Esta concepción nefasta fue, y sigue siendo impulsada por los organismos financieros y económicos internacionales, las empresas multinacionales y los gobiernos de los países ricos. Afortunadamente en estos primeros años del siglo XXI, la lucha de millones de seres humanos en todo el mundo ha comenzado a revertir este concepto, y cada vez más se sostiene la premisa que jamás debió abandonarse: el agua potable, como también lo son los alimentos y la energía, es un derecho humano fundamental ligado a la salud y a la vida, es un bien social, inalienable, que debe ser objeto de políticas de servicio público (a través del Estado nacional, provincial, municipios, cooperativas y consorcios de usuarios), y patrimonio de los pueblos y países donde el bien se encuentra.
Lo que se puede observar es que en poco tiempo no tendremos el control sobre los recursos naturales.
La soberanía sobre los recursos o bienes naturales no se declama, se ejerce. Este ejercicio es el que permite que podamos disfrutarlos, explorarlos y utilizarlos, en armonía con la tierra y la naturaleza, en beneficio de las generaciones presentes y futuras. Este ejercicio es el que permite que los pueblos y países sean efectivamente libres, independientes, autónomos y soberanos. Si esto no sucede, entonces ese pueblo y ese país están y estarán, mientras no reviertan la situación, siempre de rodillas ante las empresas transnacionales, los organismos financieros y económicos internacionales y la potencia imperial de turno. Por lo tanto, estarán condenados a ser desintegrados territorialmente tarde o temprano y a desaparecer.
¿Cuál es la situación actual en nuestro país respecto a los recursos naturales?
Están en manos extranjeras, con el agravante que el 20 por ciento del territorio nacional se encuentra en esa situación y sin contar que nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, se han transformado en bases militares de la OTAN. Esta situación debe ser revertida. Ningún país en el mundo, ni siquiera el más pobre, ha hecho lo que hicimos nosotros. Somos el espejo del mundo, el mejor ejemplo de lo que no hay que hacer con los recursos naturales y estratégicos. Y esto lo he repetido y repito en todos los países por donde he andado y ando.
Yo camino el país, invitada por las universidades, organizaciones sociales, ONGs, centros de estudiantes, sociedades de fomento, comunidades, escuelas, y en todas partes veo la lucha de nuestro pueblo, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego y desde la Cordillera de los Andes hasta el Atlántico y la Mesopotamia. Lo veo de pie, cayendo y levantándose una y otra vez, y eso me da más fuerza, más coraje para proseguir mi lucha por la recuperación de nuestros bienes naturales y estratégicos.
Usted afirmó que la posesión del agua ya está generando conflictos desde hace tiempo.
Así es. Guerras por el agua ha habido siempre, desde el comienzo de la civilización humana. Sin ir más lejos, entre 1953 y 2003 hubo 1.838 conflictos por aguas compartidas en el mundo, de los cuales 22 se transformaron en guerra. Y hay un ejemplo que lleva sesenta años: la guerra que Israel sostiene contra sus vecinos árabes. Para el gobierno israelí el agua es una cuestión de seguridad nacional y su objetivo es quedarse con los recursos hídricos superficiales y subterráneos que comparte con ellos. Por eso la invasión al Líbano, la no devolución de los Altos del Golán a Siria, de Gaza y Cisjordania a Palestina. Esto ha sido reconocido desde el mismo Departamento de Estado norteamericano.
¿Cuál es el futuro del recurso agua desde su carácter estratégico?
No es prometedor. Ya el 20 por ciento de los recursos hídricos han sido afectados por el cambio climático. La mayor parte de los ríos y lagos están contaminados y muchos acuíferos o reservorios subterráneos han sido agotados o se están agotando por sobreutilización, además de estar contaminados. El panorama que brinda la ONU para los años 2020-2030 es de 7 mil millones de seres humanos (representarán el 87,5 por ciento de la población mundial en ese momento) sin acceso a agua potable. El despliegue militar norteamericano está estrechamente ligado al objetivo permanente estadounidense de poseer el control de todos los recursos naturales y estratégicos del mundo, ya que ellos, al igual que el resto de los países más ricos, han dilapidado los suyos. Ya en 1997, Ismail Serageldín, ex funcionario del Banco Mundial, advirtió que el siglo XXI sería un siglo de guerras por el agua y que los países que tuvieran estos recursos podrían ser víctimas de saqueos forzosos.
La Argentina cuenta con recursos hídricos suficientes pero parecen estar mal distribuidos.
El país cuenta con recursos hídricos más que suficientes aunque están distribuidos de manera desigual por las características de suelo y clima. El problema es que no hay gestión integrada de los recursos superficiales y subterráneos, falta un verdadero plan hídrico nacional, no se han hecho exploraciones de reservorios subterráneos. Además hay alta contaminación producida por explotaciones mineras e hidrocarburíferas, que además como utilizan los acuíferos, los agotan, prácticas agrícolas ligadas a los transgénicos y sus agrotóxicos, falta de servicios cloacales, basureros a cielo abierto, desarrollo industrial.
¿Qué es lo que sucede en relación a los conflictos que se están desatando por el agua?
Hay intentos de recolonización de los países africanos, asiáticos y latinoamericanos y caribeños por parte de la Comunidad Económica Europea, así lo expresa la Constitución Europea, hoy Tratado de Lisboa, una presencia cada vez activa de Estados Unidos en el mundo a través de su poderío militar para ir tomando posición para cuando llegue el momento de apoderarse del recurso, lo han explicitado el Pentágono y un grupo de altos militares norteamericanos en sus informes. Pero al mismo tiempo hay una gran resistencia por parte de los pueblos, y este es un signo de esperanza.
¿El Banco Mundial es aliado de todas estas transnacionales del agua?
Claro que sí. Normalmente es accionista de las mismas, pero también lo es de las transnacionales mineras y de las que proveen energía.
En este cuadro de situación, tampoco está ajena la contaminación.
Por supuesto. Pero le repito, con voluntad, entereza y decisión se puede revertir la situación. Necesitamos recuperar el concepto, la noción de que somos sólo uno con el planeta, la naturaleza y el universo. Cuando lo hagamos, otro mundo será posible, mientras ello no suceda, seguiremos suicidándonos y asesinando vida humana por guerras, hambre, enfermedades, falta de agua, vida animal, vida vegetal, a la naturaleza y al planeta.
¿Otro eje de esta lucha es por los alimentos?
Sí. El otro recurso estratégico de este siglo, junto con el agua dulce y la energía. La lucha es por la soberanía alimentaria. Alimentos para la salud y la vida y no para los agrocombustibles. Es un derecho humano, no puede seguir siendo considerado una mercancía. Por eso la vida debe estar en el centro de todo y alrededor de ella deben girar la política y la economía.
Foto: Archivo Programa Infoagua
|
|
|