La inminente reapertura de una planta de celulosa a poca distancia del lago Baikal, que acoge la quinta parte de agua dulce del planeta, puso en alerta a las organizaciones ambientalistas de ese país que acusaron al Primer Ministro, Vladimir Putin, de practicar “un populismo barato” por su decisión.
"Putin practica un populismo barato. Reabrir la planta, aunque sea de manera provisional, es una tontería. El Baikal es un lugar único en el mundo", aseguró Yevgueni Uzov, de la organización Greenpeace en Rusia.
El Baikal, que tiene un volumen de agua superior al conjunto de los cinco Grandes Lagos de Estados Unidos y Canadá, se formó hace unos 25 millones de años y alberga en sus profundidades –que alcanzan los 2 mil metros-, cerca de dos mil especies.
La planta fue clausurada en octubre de 2008, acusada de contaminar con millones de toneladas de dioxina, fenol y derivados del sulfuro, una superficie de al menos 200 kilómetros cuadrados del lago.
En los primeros días de este mes, el premier ruso descendió a las profundidades del lago en una expedición de cuatro horas que le permitió comprobar, según su propia afirmación, el verdadero estado medioambiental del lago.
"He visto el lecho del lago y está limpio. El Baikal está en buena forma. Apenas ha sufrido daño medioambiental", dijo Putin a su regreso a la superficie y anunció la reapertura de la planta, cuyo cierre dejó en la calle a unas dos mil personas.
"Primero hay que crear puestos de trabajo y sólo después suspender la producción. Los propietarios están incluso dispuestos a mantener la planta funcionando aunque pierda dinero", remarcó Putin.
Antes del cierre, Coca Cola se mostró interesada en participar en la reconversión de la planta, pero finalmente se echó atrás tras negarse a asumir por sí sola la tarea de limpieza y regeneración de los terrenos de la planta. "Hay más de 400.000 toneladas de vertidos líquidos", señalaron.
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