¿Se puede luchar contra la naturaleza? ¿Contra los terremotos, los incendios, la prolongadas sequías, las lluvias torrenciales, las inundaciones, los maremotos, los tsunamis...? Como poder, se puede. Se puede prevenir, se pueden adoptar medidas, se pueden crear y adiestrar nuevos equipos de lucha contra el fuego y demás catástrofes naturales. Lo que no se puede hacer es que las catástrofes no existan.
Cuando no llueve durante cuatro meses, sube de pronto la temperatura a 35°C ó 38°C en invierno y corren vientos de 80 kilómetros por hora, es inevitable que haya incendios en todas partes, más allá de la irresponsabilidad humana. Arrojar puchos al aire o no apagar las brasas después de un asado campestre son actitudes irresponsables, pero no es lo único ni lo más importante en la generación de los grandes incendios.
Y cuando no llueve durante tres o cuatro meses y arrecian el calor y la sequía, no sólo que se producen incendios sino que también empieza a bajar el nivel de los diques y a producirse problemas en el abastecimiento de agua potable a los centros poblados. Según la última información publicada por este diario, el nivel del dique La Quebrada, de Río Ceballos, descendió a razón de un metro por mes desde junio pasado y se encuentra casi ocho metros debajo del nivel del vertedero, es decir, de su cota normal, o sea la mitad o menos de su capacidad.
La situación, como es obvio, genera alarma en municipios como Río Ceballos, Unquillo y Mendiolaza, localidades que en los últimos años han tenido un sostenido crecimiento poblacional y urbano. Por lo pronto, los municipios y las cooperativas de agua suspendieron el otorgamiento de nuevas conexiones a la red de agua potable y definieron un nuevo cronograma de cortes preventivos para la semana entrante.
Pero no se trata sólo de sentarse a esperar que llueva; hay cosas que se pueden hacer. El comité de emergencia hídrica de las tres localidades mencionadas solicitó una reunión de urgencia con el ministro de Obras y Servicios Públicos y el subsecretario de Recursos Hídricos de la provincia, para definir los plazos de ejecución de obras que fueron acordadas el año pasado. Entre éstas, figura la remodelación de la planta potabilizadora de La Calera, prevista para diciembre, que serviría para abastecer de agua a esa ciudad, Saldán, Villa Allende, Mendiolaza y más de la mitad de la población de Unquillo. En relación con estos trabajos, el comité reclamó que la Provincia resuelva la asignación de los cupos de agua que corresponderán a cada localidad, para poder delinear futuros proyectos de administración del líquido.
Y hay más cosas que se pueden hacer. Los vecinos requieren la liberación de fondos para realizar dos perforaciones alternativas que servirán para inyectar agua a los sistemas de Unquillo y Río Ceballos, como también la implementación definitiva de medidores domiciliarios en Córdoba y La Calera, para poner en igualdad de condiciones a todos los usuarios, ya que mientras en la zona de La Quebrada el promedio de consumo diario por persona es de 200 litros, en la ciudad de Córdoba es de 400.
Desde Recursos Hídricos se ha respondido en forma tajante al primer punto del petitorio. "El acueducto a La Calera se termina en 10 días y la planta potabilizadora hacia fin de año", aseveró el subsecretario, quien también dijo que esta semana llega la bomba para una fuente de agua en Unquillo y que se avanza en el tema de los medidores.
Pero, además de hacer cosas, también hay que esperar que llueva, ya que el principal problema que afecta a la amplia región mencionada es la falta de lluvias desde hace varios meses. Se estima que, de mantenerse las actuales condiciones, la bajante de La Quebrada pasaría de los ocho metros actuales hasta 12 ó 14 metros en diciembre próximo, lo que tornaría muy dificultoso el proceso de potabilización de agua en la planta correspondiente a ese dique. El hombre tiene que hacer todo lo posible, pero la naturaleza –que es siempre azarosa– tiene que ayudar.