SI SE tiene en cuenta que el 93 por ciento de los incendios forestales se origina en causas humanas, no puede menos que otorgarse toda la importancia que merece dicho fenómeno, al evidenciarse la necesidad de proteger vastas zonas de nuestras provincias. En estos mismos días, campos y plantaciones de las provincias de San Luis y Córdoba han sido arrasados por el fuego, algunos de cuyos episodios, por lo menos, fueron atribuidos a una insólita disputa familiar por la propiedad de tierras.
DE UN tiempo a esta parte, los incendios forestales han pasado a constituir uno de los mayores problemas ecológicos que sufren las masas boscosas, con irreversibles daños sobre la flora y la fauna, así como el suelo y los recursos hídricos, todo lo cual configura un desastre ambiental de elevada magnitud. Por otra parte, tales episodios liberan a la atmósfera el carbono acumulado en la superficie de la tierra, favoreciendo así la profundización del cambio climático.
DESDE 1997, funciona, en la Argentina, la Unidad Ejecutora del Plan Nacional de Manejo del Fuego, compuesta por una sede central y seis entes regionales, en contacto con los gobiernos provinciales para actuar en caso de siniestros. Son casi dos millares los brigadistas que se desempeñan en las regionales Norte, NOA, NEA, Central, Pampeana y Patagónica. En algunos casos, se trata de bomberos voluntarios asignados específicamente al combate de incendios forestales y de campos.
DADA LA profunda sequía que viene afectando una amplia región del país, se acrecientan los riesgos de que se produzcan incendios en campos productivos y en otros terrenos, así como en áreas boscosas. Por lo tanto, se impone la imperiosa necesidad de actuar preventivamente en la materia, tanto a través de una adecuada preparación de todos los recursos humanos y materiales disponibles como mediante una permanente información a todos los sectores de la comunidad respecto de las actitudes que deben observarse ante tales eventualidades.
EL SUDOESTE de la provincia de Buenos Aires y las áreas lindantes de La Pampa atraviesan el quinto año consecutivo de sequía. Por lo tanto, se hace todavía más evidente la conveniencia de adelantarse a eventuales acontecimientos, ya que los incendios rurales pueden causar enormes perjuicios, que vendrían a sumarse a las ingentes pérdidas sufridas últimamente por los sectores del agro, como muerte de hacienda, fracaso de cosechas y otras derivaciones. Por supuesto, aquella amenaza abarca también a las viviendas de los establecimientos rurales y a sus ocupantes.
POR LO tanto, cabe insistir en campañas como las que, al aproximarse la temporada estival, realizan organismos de seguridad y los cuerpos de bomberos de nuestra zona, a fin de que, en primer lugar, el propio productor (ya apremiado por una crisis de final incierto) adopte sus propias precauciones. Y para que, al mismo tiempo, el turista y el viajero que sale a la ruta con distintas finalidades se comporten con entera responsabilidad y no se conviertan (aun de forma involuntaria) en generadores de siniestros difíciles de contener. |
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