Sequía prolongada, altas temperaturas, presencia de vientos y baja humedad son las condiciones que se han reiterado en los incendios que se produjeron en las últimas semanas en varias provincias. Esto los ha vuelto más intensos y extensos que lo habitual, según explicó a Clarín Fernando Epele, coordinador del Plan Nacional de Manejo del Fuego, de la Secretaría de Ambiente de la Nación.
Julio y agosto son los meses de temporada de incendios en el centro y el noroeste del país. En San Luis ya se quemaron unas 150.000 hectáreas, y en Córdoba, unas 100.000. En el fin de semana se sumó Catamarca: hasta ayer ya se habían perdido más de 15.000 hectáreas de pastizales, arbustos y bosques nativos en las serranías de Ambato y Gracián.
En Tucumán, luego de varias horas de lucha denodada a unos 2.500 metros de altura, los bomberos voluntarios de Tafí del Valle lograron controlar un vasto incendio que se había desatado en la madrugada en el cerro Ñuñorco Chico, a unos 60 kilómetros al sudoeste de la capital, cerca de Tafí del Valle y de El Mollar, ambas localidades turísticas.
"En toda la región hay una situación de sequía prolongada, con un nivel de causalidad y de ocurrencia de incendios dentro de la media histórica", señaló Epele. La diferencia de este año reside en que "la propagación que adquieren es de una actividad e intensidad inusuales".
Además de la sequía, lo atribuye a "temperaturas altas, humedad relativa muy baja -ha llegado al 9%- y presencia de vientos, muchas veces del sector norte, que son los que más favorecen la propagación del fuego". De este modo "adquieren condiciones de propagación explosiva -altas velocidades, alta intensidad, mucha energía y emisión de calor-, y con un poder destructivo muy importante, que además amenaza bienes y vidas humanas".
Es lo que está ocurriendo en Catamarca, donde se evacuó a varias familias del departamento de Ambato. Los primeros focos se dieron en la ladera este del cordón Ambato, y comprometieron más de 5.000 hectáreas en las vecindades de la villa veraniega de El Rodeo. Luego hubo nuevos focos en otras localidades, avivados por el fuerte viento. El fuego quemó y tumbó los postes del tendido eléctrico de Los Varela, Las Juntas y otras localidades, que quedaron sin servicio.
"Cuando los incendios amenazan las zonas circundantes a pueblos y ciudades, el control del fuego es más complejo -señaló Epele- porque requiere de mayor despliegue de recursos, por la combinación del trabajo de combate del fuego forestal-rural, con el combate estructural, que es el de los bomberos".
En Tucumán, "el incendio está controlado; quedan por apagar tan sólo dos focos pequeños, pero ya está", dijo ayer por la tarde a Clarín, con una mezcla de cansancio y alivio, el director provincial de Defensa Civil, Fernando Torres. Colaboraron bomberos voluntarios de Lules, Alderetes y Monteros.
Crean un sistema de alerta
El Plan Nacional de Manejo del Fuego está elaborando un sistema nacional de evaluación de peligro de incendios, con transferencia de tecnología de Canadá, para establecer un alerta temprana, que advierta sobre riesgos en función de las condiciones meteorológicas y de la baja humedad del suelo, detectada mediante imágenes satelitales.
Se utilizará el sistema público de información para que la población esté atenta y avise cuando detecte focos, extreme los cuidados en el uso del fuego (actividades rurales y fogones), y acate eventuales órdenes de evacuación.
Por el momento, este sistema está funcionando en forma piloto en la Patagonia, la región pampeana y el Litoral. "Para el resto del país se requiere de un ajuste y un asesoramiento tecnológico que demandará un par de temporadas más", informa Fernando Epele, coordinador del Plan Nacional de Manejo del Fuego.
Entretanto, el Plan cuenta con dos meteorólogos propios en el Servicio Meteorológico Nacional. Cuando advierten condiciones críticas en una zona, lo comunican a bomberos y estaciones aéreas.
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