Inmensos transatlánticos cargan agua en el río Paraná y ponen proa a Europa. Los empresarios venden a buen precio el agua nuestra, en el Viejo Continente.
Periodistas de UNO de Santa Fe divulgaron el caso de una firma que ofrece sus servicios por Internet. Buen rastreo.
Makhena SA, con sede Miami, Estados Unidos, carga el agua de los entrerrianos y santafesinos y bonaerenses, comercia el agua de los argentinos.
Un solo buque junta 70.000 toneladas de agua, tanto como 350 millones de vasos de agua. Y se marcha sin decir agua va.
Eso equivale a cortar y subir al buque tres metros del río, en todo el ancho, y los empresarios dicen (habría que corroborar) que abonan un canon. ¿En qué medida los entrerrianos tenemos algo para decir? Porque hasta el día de hoy nadie nos preguntó si estamos dispuestos a venderle agua a Europa o a cualquier continente.
¿Pero es que ya estamos asistiendo a los prolegómenos de la anunciada puja mundial por el agua?
Sí, aunque usted no lo crea. Es cierto que los expertos ya llamaron la atención sobre la venta de agua de nuestros países a los más poderosos, agua que se va por ejemplo en cada kilo de carne, en cada kilo de soja. ¿Cuánta agua toma un novillo por día? Entre 50 y 100 litros, multiplicados por los dos años y pico hasta la faena son unos 50.000 litros de agua, de modo que por cada kilo exportado se fueron 200 litros de agua. Y a eso debe sumarse el agua que se utilizó para los pastos y los granos que el novillo comió.
Pero en esta nota no nos estamos refiriendo a la llamada “agua virtual”, que el ingeniero Oscar Duarte y otros especialistas han estudiado muy bien en nuestra provincia. Nos referimos a la exportación de agua como agua líquida.
Ya hemos dicho aquí (basados en informes de expertos) que la disponibilidad de agua per cápita en Entre Ríos permite catalogar a esta provincia como rica, sino riquísima, en comparación con otras regiones del planeta. Pero, ¿eso significa que estamos dispuestos a venderla? ¿A venderla sin debatir nada?
Mucha agua y sequías.
Entre Ríos, la provincia del agua, con 7.700 ríos y arroyos que avenan sus llanuras y lomadas a lo largo de 41.000 kilómetros lineales, y con acuíferos subterráneos envidiables, más un régimen de lluvias que asegura una provisión anual permanente para los vegetales, los animales, el hombre; esta Entre Ríos ya empezó la carrera por el agua, ya forma parte de las discusiones planetarias respecto del uso del agua. Aunque el pueblo por ahora sea convidado de piedra.
Lo paradójico es que mientras nos iniciamos en la exportación de agua cruda, seguimos en un plano inclinado en materia ambiental, destruyendo el agua saludable de nuestros ríos, arroyos y acuíferos.
En vez de avanzar, como civilización, en la atención de esta riqueza maravillosa, retrocedemos. Basta ver los arroyitos podridos que cruzan Paraná.
En el sur de la provincia, los sistemas de terraplenes construidos por personas de afuera, grandes propietarios, encuentran resistencia de las poblaciones locales pero eso no los detiene.
En el norte se ha denunciado incluso la desviación de arroyos, y del propio Guayquiraró, para el aprovechamiento ilegítimo del agua. Y se denuncia la tala rasa y la construcción de represas para arroceras con ventajas y desventajas dignas de la atención pública.
En Gualeguaychú creen que la pastera Botnia sí está contaminando el río Uruguay, y en toda la provincia el riego con agrotóxicos, herbicidas, insecticidas, fertilizantes, para la agricultura extensiva tan favorable a los pooles de siembra, pone en riesgo permanente los cursos de agua y la vida en el agua y en las orillas, y la misma salud de los humanos. Los razonables reclamos por estudios de impacto acumulativo de los agrotóxicos cayeron siempre, hasta hoy, en saco roto.
Hay ciudades con costas absolutamente contaminadas, como Paraná, con varios metros de sedimentos putrefactos contra la orilla, y hay empresas que infringen desde hace décadas todas las normas escritas y no escritas, para terminar destruyendo arroyos que ayer fueron cristalinas fuentes de vida y esparcimiento. Eso denuncian aquí y allá.
Hace poco, ambientalistas de Gualeguay llamaron la atención sobre la destrucción de la diversidad en este río emblemático de los entrerrianos. La organización civil se llama, precisamente, “Salvemos al río Gualeguay”, y está todo dicho.
Paraná ha naturalizado la vida de los vecinos más pobres junto a las inmundicias de los que más consumen.
Ver a los gurisitos de algunos barrios corretear sobre piedras de arroyos contaminados a la enésima, con olores fétidos, se ha tornado habitual. Y los poderosos parecen convencidos de que las familias humildes siempre pueden soportar un día más entre latas, plásticos, nylon, cubiertas, vidrios, líquidos malolientes, gusanos de toda especie, enfermedades al acecho.
El distinguido vecino Pedro Aguer ya no sabe cómo llamar la atención de los poderosos, para mostrarles la tortura de vivir junto al arroyo Las Tunas, y las respuestas brillan por su ausencia. En muchos casos, los camiones cisterna vuelcan el contenido de los pozos negros en las narices de otros vecinos, y donde ayer podíamos ver peces de diversos tamaños, formas, colores, hoy vemos (en el mejor de los casos) soretes flotando.
Hay arroyos históricos, cuyas orillas guardan recuerdos de los hechos heroicos que jalonan nuestro camino hacia la independencia y el federalismo, arroyos de nombres insignes, destruidos por la acumulación de residuos, y hay empresarios muy curtidos en eso de encontrar excusas para postergar las soluciones. El ataque sin tregua de la firma de carneharina Manfico al arroyo Calá es un ejemplo.
Sin contar la tala rasa que desnudó las orillas, las “limpió” de árboles, de pájaros, de vida, con la complacencia de grandes empresarios y la vista gorda de poderosos políticos.
Vacas ahogadas y olvidadas.
Los expertos se preguntan cómo, Entre Ríos, tan surcada de agua superficial, agujerea el suelo para tomar agua de napas inferiores en vez de aprovechar mejor lo que tiene a la vista. Eso ocurre en varias ciudades.
Y se preguntan por qué, cada tanto, los entrerrianos estamos expuestos al flagelo de las sequías, en vez de aprovechar razonablemente la sobreabundancia de agua en otras estaciones, e invertir en riego.
Agua tiene tantas letras como caos. No nos cansaremos de reprochar a los poderosos la muerte de 30.000 animales, hace dos años, por la desidia de amontonar vacunos en las islas sin una apropiada red de transporte para casos de inundaciones. Esas muertes fueron espeluznantes, por el sufrimiento de los animalitos y por los costos económicos; y también por la comparación de esas montañas de animales muertos, con las montañas de necesidades y desnutriciones de tantos pobladores. ¿Cuánto cambió el modelo, desde aquella experiencia tan dolorosa?
Es cierto que en materia de interrogantes, los entrerrianos tenemos derecho también a preguntarnos por la soberanía sobre estas riquezas.
Muchos países del llamado primer mundo destruyeron su hábitat, talaron sus montes, ensuciaron sus ríos, y hoy pusieron los ojos sobre la Amazonia como si fuera propia. Quieren declararla patrimonio de la humanidad, y los brasileños les responden algo así como ¡Minga!
El capitalismo consumista destruye, y luego busca soluciones en los países que todavía no alcanzaron a destruir todo. La Amazonia es de los países sudamericanos, ellos tienen soberanía, ellos tienen que decidir en libertad. Y si los países ricos que todo lo devoran necesitan el oxígeno de la Amazonia para subsistir, pues bien: que lo paguen.
¿O acaso esos países aceptan que declaremos patrimonio de la humanidad sus patentes, sus medicamentos, sus riquezas acumuladas, sus armas de destrucción masiva?
Con el agua puede ocurrir algo parecido. Entonces, los entrerrianos debemos estar atentos: el agua es un bien social, todos los seres humanos tienen derecho al agua potable, eso es una obviedad. Pero si los países ricos necesitan agua, tendremos que conversar. ¡Qué fácil les resulta arrinconarnos como país dedicado a producir granos y exportarlos en crudo, para luego declarar nuestras riquezas “bienes de la humanidad”!
Soberanía empieza por casa.
Hay mucha tela para cortar en este asunto vital: la venta de agua. No es lo mismo extraer agua de un pozo, que chuparla donde un río enorme se funde con el océano. Si la humanidad necesita agua dulce, en el punto en que el agua dulce está por convertirse en agua salada, bien podemos echarle mano. 70.000 toneladas en un buque es tanto como el caudal del Paraná que pasa por un punto en tres segundos, en tres tic tac.
Pero no es nuestro objeto tomar posición, en este tema harto complejo. Sí estamos seguros que debe ser estudiado desde una perspectiva sudamericana, y con criterio de sustentabilidad. No podemos aceptar que los países ricos nos marquen la cancha, los decálogos morales, las tendencias, todo. No tienen ningún derecho a exigirnos a nosotros que cuidemos el planeta que ellos destruyen. Nosotros lo vamos a hacer, pero desde nuestros intereses, a nuestro modo, sabiendo muy bien con quiénes tratamos, dónde están las responsabilidades, y qué necesitan nuestros pueblos.
Hace pocos meses se dio a conocer un informe científico que demuestra la relación directa entre la actividad solar y el caudal del río Paraná. Qué interesante descubrimiento. ¿Nos ayudará a pronosticar crecientes y bajantes? Quizá.
Estudiar, conocer mejor los regímenes, buscar un aprovechamiento sustentable, creativo, soberano, son tareas pendientes de los argentinos, de los entrerrianos. Mucho de lo que sale en divisas de estas tierras no vuelve en obras y planes sustentables, y eso debe revertirse.
Escuelas sin agua potable.
Este universo tan complejo que es el uso del agua, cuando sólo el 2,5% del agua del planeta es potable, nos llama una vez más hoy. Y es que maestros y profesores del Departamento Islas del Ibicuy nos acaban de demostrar, con lujo de detalles, con documentos irrefutables, que en una decena de escuelas entrerrianas de las islas, en el lugar más rodeado de agua de toda la región, los alumnos tienen acceso a agua potable deficiente, o no potable.
La noticia impactó. Los informes sobre la contaminación del agua que beben los alumnos en escuelas de Ibicuy son una luz de alerta. Nadie puede hacerse el distraído porque la desidia de las autoridades políticas seguirá poniendo a muchos chicos entrerrianos en riesgo.
Por un lado, exportamos agua. Por otro, reconocemos que a algunos de nuestros hijos les estamos brindando el agua con sobreabundancia de bacterias.
Los que tenemos el privilegio de vivir en la capital de la provincia no podemos sino exigir soluciones urgentes. Inquieta la contundencia de las imágenes y de los abultados informes profesionales.
Mal harían las autoridades apoltronadas en Paraná en circunscribir el problema a Ibicuy. Los ministros y el Consejo de Educación tienen alta responsabilidad directa en brindar un servicio tan elemental como el agua, y más cuando ha habido demandas reiteradas.
Esas responsabilidades se multiplican si estamos hablando de una zona con altísima deserción escolar generada por las distancias, la falta de transportes adecuados y otros problemas que trascienden los resortes de las autoridades escolares, como el agua misma.
Los que tenemos en mano estos informes, los que vimos y escuchamos los testimonios, nos sentimos por lo menos advertidos. Cuando Entre Ríos necesita que sus gobiernos realicen actos de soberanía sobre el extenso delta, soberanía incluso en el poblamiento, la seguridad, las oportunidades, y la protección de las riquezas (como el agua misma), lo que se constata es esto: agua no apta para el consumo.
Casi todas las muestras analizadas quedaron fuera de los parámetros exigidos por el Código Alimentario Argentino, y los expertos advierten que en Paranacito, con la bajante del río baja también la calidad del agua potable de toda la población.
Pseudomonas Aeruginosas, Bacterias Coniformes, Escherichia coli, esos son los habitantes del “agua potable” en escuelitas de Islas del Ibicuy. ¡Colonias de bacterias!
Los docentes decidieron presentar notas y copias de los resultados de los análisis bacteriológicos a autoridades de los tres poderes del estado provincial, y fueron entrevistados por medios de televisión en Paraná. A las pocas horas, un médico legislador del sur anunció equipamientos para abastecer de agua potable a las escuelas de su Departamento. |
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