Tras una inadvertida participación, la empresa estatal Energía Argentina (Enarsa) decidió abandonar el Coca-Codo Sinclair, proyecto hidroeléctrico emblemático del gobierno ecuatoriano. El 21 de abril de 2008, la presidenta Cristina Kirchner visitó Ecuador para develar junto con su par Rafael Correa una placa que simbolizó el inicio de la alianza para construir este megaproyecto. Pero la alianza no pasó de eso.
El ministro de los Sectores Estratégicos de Ecuador, Galo Borja, en entrevista con el diario El Comercio , reveló que, en su último viaje a la Argentina, fue informado de que Enarsa se retirará del proyecto. "Hicimos un viaje a la Argentina y conversamos con el ministro de Planificación, Julio De Vido, porque el Ministerio de Planificación es el principal accionista de esta empresa estatal [Enarsa]. Y con ellos hemos acordado que van a salir del proyecto, van a vender las acciones", dijo.
La visita a la Argentina se realizó el 31 de agosto pasado y, según explicó Borja, la salida de Enarsa se daba "porque no [tenían] recursos". Ambos gobiernos crearon la empresa mixta Coca-Codo Sinclair, en la que Enarsa participaría con un 30%, y Ecuador, con el 70%. La alianza era para construir el proyecto de generación eléctrica más grande de Ecuador.
La central, que se ubicará en Napo, tendrá una potencia de 1500 megavatios, energía suficiente para encender a la vez 16 millones de focos de 100 megavatios y abastecer al 75% del territorio ecuatoriano. La obra requiere, sin contar con los gastos financieros, de por lo menos US$ 1980 millones.
De ese monto, inicialmente Enarsa dijo que invertiría el 30%, pero los recursos nunca llegaron. Trascendió que las visitas al país de los ejecutivos de Enarsa fueron pocas en más de año y medio que llevaba el proyecto.
La asistencia de sus representantes a las reuniones de la empresa mixta también fue irregular, desinterés que hacía presumir a los funcionarios ecuatorianos, según fuentes citadas por El Comercio , que tarde o temprano Enarsa terminaría por irse. Cuando se conoció que Enarsa formaría parte del proyecto, surgieron críticas en Ecuador, principalmente, del entonces asambleísta León Roldós, que señaló que se escogió al socio de la obra "a dedo". Las críticas también se hicieron a la falta de experiencia de la empresa argentina en proyectos de construcción hidroeléctrica.
La explicación de Alecksey Mosquera, entonces ministro de Electricidad y quien firmó la alianza con Enarsa, fue que no era necesaria una licitación para escoger al socio, pues "[era] un tema de la integración Sur- Sur". Las críticas volvieron a escucharse cuando se anunció, en marzo pasado, que el gobierno ecuatoriano buscaba un crédito para financiar el 85% del costo de la obra.
Los compromisos de Enarsa cambiaron. Con ello, la estatal argentina reducía su aporte de US$ 600 millones esperados inicialmente a 90 millones. "Y dará una garantía por el 30 por ciento del crédito", justificó Mosquera en su momento. Pero al final eso tampoco llegó a concretarse. ¿Se apresuró el gobierno ecuatoriano en definir un socio para esta megaobra? Borja no lo cree así. "No es eso, sino que cambiaron las condiciones mundiales, bajó el precio del petróleo, entonces ya no teníamos la liquidez para financiar esto", insistió.
Carlos Davidson, gerente de Relaciones Institucionales de Enarsa, señaló, el viernes pasado, no tener información sobre la salida de Enarsa. "Acá no tenemos ninguna novedad", dijo a El Comercio .
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