La planta desalinizadora de agua de mar de El Prat, inaugurada el pasado día 20 de julio, ha estado funcionando hasta ahora sólo en fase de pruebas, pero sin entregar el agua a la red de suministro en el área de Barcelona. Así lo admitió ayer la Agència Catalana de l'Aigua. La Administración catalana informó en su momento de que la inauguración coincidiría con la entrada en funcionamiento real de la planta y que la previsión era que en septiembre los usuarios ya notarían la mejoría del sabor del agua, puesto que la proporción del caudal procedente de la desalinizadora iría en aumento y la calidad del servicio, por tanto, mejoraría. Sin embargo, la realidad es que habrá que seguir esperando para notarlo.
La planta desalinizadora ha sido hasta ahora enorme laboratorio, porque el caudal marino, una vez tratado, se ha vuelto a arrojar al mar. No se ha necesitado el agua del mar, visto que los embalses están llenos; llenos como nunca en verano. Preguntada sobre esta cuestión, la Agència de l'Aigua declaró ayer que será justamente hoy, al cumplirse los 60 días de la celebrada inauguración oficial, cuando empiece a llegar el agua a la red.
La primera desalinizadora del área de Barcelona, situada en la orilla izquierda de la desembocadura del río Llobregat, fue inaugurada por el presidente de la Generalitat, José Montilla, y la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa. La Administración informó de que a partir de ese momento la instalación ya entraba en funcionamiento y que trabajaría al 10% de su capacidad máxima de producción. Sin embargo, la realidad ha sido que hasta ahora no ha sido necesaria su entrada en servicio, puesto que las reservas de los embalses han hechoinnecesario echar mano a este recurso. Inopinadamente, a lo largo de todo el verano las reservas de agua en los ríos Ter y Llobregat han estado situadas por encima del 80% de su capacidad máxima, con lo que la opción ha sido dejar que la planta desalinizadora siguiera operando en pruebas.
"No tenía sentido aprovechar el agua de la desalinizadora, cuando tenemos reservas más que suficientes en los ríos, con un coste más barato", dijeron fuentes de la Agència Catalana de l'Aigua.
En este contexto, y con la despensa hidráulica casi llena, la compañía que explota la planta desalinizadora, a las órdenes de la empresa pública Aigües Ter-Llobregat (que gestiona los recursos en la región de Barcelona), ha trabajado afinando todos los dispositivos de la instalación.
Desde que se inauguró, la planta ha estado en funcionamiento continuo, puesto que su complejo engranaje técnico necesita estar activo para poder operar en cualquier momento, "pues las máquinas no pueden parar". Las membranas –por donde se filtra a presión el agua del mar para retener las sales– requieren estar permanentemente húmedas, y las tuberías deben estar llenas de agua. "No se puede vaciar las conducción y llenar de golpe, podría darse problemas", dijeron las mismas fuentes. También se ha puesto a punto los equipos técnicos; se han hecho mil comprobaciones, y se ha aprendido a dosificar los reactivos que se añaden en el proceso de potabilización. Pero el resultado de todo esto es que el agua desalinizada no ha sido conectada a la red, sino que el caudal obtenido –entre 1.500 y 2.000 metros cúbicos diarios– no se ha empleado, y se ha vertido de nuevo en el mar. No ha habido más remedio. No se necesitaba el agua del mar. "No hubiera tenido sentido que desaprovecháramos, por ejemplo, el agua almacenada en los embalses del Ter dejándola verter al mar, mientras que, por otro lado, estábamos cogiendo agua del mar para la para tratarla. Sería un absurdo y un dispendio", declararon las mismas fuentes.
La Agència Catalana de l'Aigua indica que desde el primer momento se subrayó que la desalinizadora es un instalación que ofrece grandes garantías de suministro en el área de Barcelona, pero no se va a recurrir a ella siempre de forma permanente y prioritaria, puesto que los consumos eléctricos –necesarios para filtrar el agua a presión– suponen elevados costes en la explotación. También admitieron que este aporte de caudal desalinizado encarece la obtención de la materia prima –y su cuenta de resultados– a Agbar, responsable del suministro a los hogares en 23 municipios del área de Barcelona.
"No podíamos poner agua en la red cuando no se necesitan", sintetizaron las mismas fuentes. De hecho, da la impresión de que los responsables de la Agència de l'Aigua estaban esperando que dejara de llover para poder estrenar de verdad la fábrica de agua.
La situación ha cambiado ligeramente en los últimos días. Los embalses que abastecen la región de Barcelona están ya por debajo del 80%, con lo cual ahora se considera que es el momento para poder empezar a entregar el agua a la red. Por eso, a partir de hoy está previsto que se entreguen a la red 20.000 metros cúbicos de agua, lo que supone un 10% de su capacidad total. ¿Pero cuándo lo notaremos en la calidad del servicio? Como siempre, paciencia.
Las reservas de agua en los embalses rozan el 80% de su capacidad
El agua de la desalinizadora no ha sido necesaria porque los embalses que abastecen la región de Barcelona han estado casi a tope estos meses y por lo tanto no era necesario utilizarla. La situación tiene mucho de paradójica, como lo viene siendo el proceso para la obtención del agua en la región de Barcelona los últimos años. La oferta y la demanda llevan años con los pies cambiados. No ha habido sincronización. Cuando más se precisaba el agua – invierno del 2007 y primavera del 2008–, menos generosa se mostraba la pluviometría. Y justo cuando llegaban los barcos de emergencia para suministrar agua potable a una Barcelona sedienta –mayo del 2008– empezó a llover y se hizo innecesario ya aquel gasto de transporte.
Tras retrasarse su inauguración ligeramente, todo hacía prever que en septiembre podría empezar a dar sus primeros frutos. ¿Quién iba a pensar que iban a llegar unos meses tan generosos en lluvias, después de tanta sequía? y, sobre todo, ¿cómo iba a imaginar nadie que al final del verano los embalses estarían casi al 80% de su capacidad? El tiempo no ha acompañado para hacer lucir esta instalación estrella, la más importante de las obras alternativas al derogado trasvase del Ebro a Barcelona. Ahora, las reservas de agua, tras haber bajado ligeramente, se sitúan en el 77,6%. Pero los recursos disponibles están bien repartidos: los embalses del Ter están al 76,5% y los del Llobregat, al 79,5%.
El agua de la desalinizada de el Prat se conectará al depósito de la Fontsanta, en Sant Joan Despí; y desde este punto (en donde confluye también el agua de la potabilizadora de Abrera), una vez mezclada, será distribuida a la red para su consumo. En el futuro, además, el depósito de la Fontsanta estará conectado con los recursos del Ter (depósito de Trinitat) por la tubería que se está construyendo a través de Collserola. Así, los recursos del Llobregat y del Ter quedarán interconectados con una tubería reversible.
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