En cifras. 6. 75. Es el puesto de la Argentina en el ranking mundial de países con mayor superficie árida.. Por ciento del territorio argentino lo componen tierras áridas, semiáridas o secas.
La Argentina es el octavo país más extenso del mundo y el sexto en mayor superficie de zonas áridas, semiáridas y secas: el 75% del territorio. Sin embargo, éstas generan el 50% de la producción agricologanadera, lo cual acentúa su vulnerabilidad a las consecuencias del calentamiento global. Por esa razón, el debate sobre el impacto del cambio climático en las tierras secas será crucial durante la novena cumbre de los 193 países firmantes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, que se inicia hoy en Buenos Aires.
"La desertificación es la degradación de la tierra en zonas secas -define la directora del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Aridas, Elena Abraham-. Se la llama el cáncer de la tierra, porque sus síntomas sólo se hacen visibles cuando ya es demasiado tarde". Por ejemplo, las migraciones: el 20% de la población argentina se desplazó de las zonas áridas a regiones húmedas, entre otros motivos, por pérdida y deterioro del recurso.
El IADIZA, que depende del Conicet, se encuentra en Mendoza, una provincia con el 97% del suelo sin irrigación. Toda la producción vitivinícola está asociada a los oasis, áreas bajo riego proveniente de ríos que nacen en la montaña, alimentados por un régimen nivoglacial. Esto significa que cuando no alcanzan las nevadas, son los glaciares los que proporcionan el caudal. El problema es que, debido al calentamiento global, los glaciares están derritiéndose.
"En las zonas áridas, los efectos nocivos del cambio climático se agudizan -señala Octavio Pérez Pardo, director de Conservación del Suelo y Lucha contra la Desertificación de la Secretaría de Ambiente de la Nación-. La frecuencia e intensidad de la sequía es mayor, ya que el aumento de temperatura en algunas zonas provoca mayor evaporación del agua disponible para el cultivo".
La sequía que viene sufriendo la Patagonia, inédita en los últimos 80 años, ha reducido el crecimiento de las pasturas naturales; pero como la cantidad de ovejas sigue siendo la misma, las tierras se están degradando por sobrepastoreo.
Con menos humedad atmosférica, la vegetación está más seca y los incendios son más destructivos, como en San Luis. "En zonas áridas generan daño productivo porque se quema materia orgánica y, por lo tanto, se pierde la fertilidad potencial del suelo. ¡Ni hablar de las emisiones contaminantes que genera!", hace notar Octavio Pérez Pardo. Esa es la otra cara del problema: la desertificación, a su vez, se convierte en una causa más del cambio climático.
A partir de mañana, por primera vez se reunirá un comité de más de 400 científicos de todo el mundo, especializados en el tema. A semejanza del IPCC -el panel de expertos en cambio climático-, su función será asesorar a las autoridades de la Convención sobre Desertificación y a los países que la ratificaron, incluido Estados Unidos.
En paralelo, y hasta el 2 de octubre, los representantes de 193 países deberán empezar a resolver varias cuestiones. La Argentina, como otros países en desarrollo, buscará que se dé prioridad -en la asignación de fondos y en las políticas- a la adaptación al cambio climático, mientras que los países más industrializados ponen el acento en la mitigación.
Además, los delegados debatirán una cuestión no menor: la política comunicacional. "Se confunde desertificación con que hay que cuidar los desiertos -observa Pérez Pardo-. Hay que cuidar las tierras productivas, para que no salgan de la actividad y para mejorar la calidad de vida de las poblaciones que viven en las zonas áridas".
Los pobres y los desarrollados
La 9a. Conferencia de las Partes (COP9) sobre Desertificación será "como empezar a calentar los motores de la discusión que viene en diciembre" cuando, en Copenhague, se discuta el nuevo protocolo sobre cambio climático que reemplazará al de Kyoto, señala el director de Conservación del Suelo y Lucha contra la Desertificación, Octavio Pérez Pardo.
"Los países desarrollados, como tienen compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, quieren que todo el mundo mitigue -observa el funcionario-. Pero en nuestro país hay gente que necesita luz, o agua. Tenemos que ser muy claros en determinar el acceso a energías sostenibles, pero sin perder de vista el acceso al desarrollo".
En buena medida, "evitar la degradación del suelo y luchar contra la desertificación es también luchar contra la pobreza -destaca Pérez Pardo-. La carencia de infraestructura básica y la falta de capacitación generan errores. La vulnerabilidad de las tierras secas es más alta y las oportunidades son menores. Por eso es necesario, además, buscar otras alternativas productivas".
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