La Convención de Lucha contra la Desertificación (Unccd) inauguró ayer, en la Capital Federal, la novena Conferencia de Partes, integrada por 193 países, cuyos 2.500 representantes tratarán, hasta el 2 de octubre, los “desafíos que plantea la degradación de las tierras en casi la mitad del planeta”.
En el acto de apertura, el secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Homero Bibiloni, dijo que “la salud planetaria no va por un buen camino”, y abogó por “pasar a la acción por el bien de las nuevas generaciones, que además serán jueces implacables” de lo hecho hasta el momento.
Se relacionó la desertificación y la sequía con condiciones que llevan a la falta de desarrollo, a la pobreza y a la desigualdad de género, así como también a la problemática que aqueja a los pueblos originarios. Luc Gnacadja, titular de la Convención, coincidió con ese concepto y añadió que “la pobreza es el primer factor de la desertificación”.
“La degradación de las tierras provoca migraciones y más pobreza, lo que incide no sólo en países que sufren este problema, sino en todo el planeta”, indicó.
La conferencia reúne a funcionarios y organizaciones no gubernamentales “preocupados” por el futuro del planeta, atravesado por las crisis alimentaria, energética, económica y financiera, y amenazado por el cambio climático. “Este escenario no debería ser un pretexto para no seguir invirtiendo en la lucha contra la desertificación”, sostuvo Gnacadja.
Antes del acto, en conferencia de prensa, el funcionario de la ONU advirtió que “la desertificación es hoy una amenaza al bienestar mundial”.
Anticipó, asimismo, que en paralelo a la reunión comenzará hoy la primera conferencia científica en este ámbito, en la que expertos trabajarán sobre indicadores que permitan medir los progresos logrados por los programas en marcha, a nivel local y nacional.
Sequía argentina
Bibiloni, por su parte, citó dos programas destinados a mitigar los efectos de la sequía y la desertificación en nuestro país: El Gran Chaco Americano y Gef Patagonia, Manejo Sustentable de Tierras”.
Se conoce a nuestro país con el nombre de granero del mundo o pampa húmeda, pero su territorio tiene un 75% de tierras áridas o semiáridas.
Se indicó que el trabajo para rehabilitar las tierras degradadas, las más afectadas por el cambio climático, debe realizarse con una mirada integral, lo cual, en el caso argentino, implica articular esa tarea con el INTA y la secretaría de Agricultura y Ganadería.
Por el mundo
El 41% del planeta es tierra árida, y la sequía en esas zonas causa trágicas consecuencias ambientales y más pobreza en la población, por la degradación de sus frágiles ecosistemas.
“Una de cada tres personas del mundo vive en tierras secas, y la mitad de esa población es pobre”, señala un informe de la Oficina de Naciones Unidas en Argentina.
Los ecosistemas, en las zonas secas, son el valioso hogar de especies en peligro de extinción, como la planta de aloe, elefantes y gatos salvajes.
Mientras que “en 1990, sólo el 15 por ciento de los ecosistemas en zonas secas estaba degradado, en 2005 el porcentaje trepó al 25 por ciento”, advirtió la ONU. Las expectativas de esta edición de la Convención están puestas en el abordaje de asuntos críticos globales.
Después de la conferencia científica se prevé una reunión de dos días -jueves y viernes- de “parlamentarios de todo el mundo, entusiastas en asegurar que el uso agrícola de la tierra sea incluido en el acuerdo post Kyoto” sobre cambio climático.
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