CON LA reciente decisión de utilizar sus aguas para reforzar el suministro a los usuarios de nuestra ciudad, el arroyo Napostá vuelve a cobrar la importancia que tuvo en otras épocas; inclusive, en los primeros tiempos de Bahía Blanca. También la historia del Napostá guarda recuerdos dramáticos, como las tremendas inundaciones que generó antes de la mitad del siglo último, impulsadas por las cuantiosas lluvias en la zona serrana. La avenida Alem y muchas otras calles sufrieron el embate, del que las crónicas periodísticas dieron claro testimonio. Posteriormente, la acertada construcción del canal derivador Maldonado permitió aventar el riesgo de episodios similares, que dejaron a salvo un amplio sector urbano.
EN ESTOS momentos, otras circunstancias también apremiantes obligan a recurrir al Napostá. La falta de obras que, en su tiempo, hubieran permitido robustecer el abastecimiento a Bahía Blanca y Punta Alta desde el complejo Paso de las Piedras, con el agregado de una desacostumbrada y extensa sequía, ha hecho imperioso recurrir a nuevas fuentes, ante la perspectiva de un verano con severas limitaciones. El Napostá atesora su propia experiencia, tras haber sido utilizado durante largos períodos, tal el caso de la toma de Los Mirasoles.
ASI ES que, hoy, con la construcción de una planta potabilizadora en un lugar todavía no definido, entre el Parque de Mayo y el Comando del V Cuerpo de Ejército, se estará en condiciones de aportar un mayor caudal a la red domiciliaria, definido que ese será el objetivo de las nuevas instalaciones. Se ha descartado, por lo tanto, su derivación a las plantas del polo industrial de Cangrejales, aunque las empresas petroquímicas contribuirán, con una suma cercana a los 15 millones de pesos, a financiar la referida obra.
VA DE suyo que resulta imperioso encarar sin dilaciones los trámites administrativos y el comienzo de los trabajos, cuya realización llevaría unos cuatro meses. O sea que, en el mejor de los casos, su habilitación podría concretarse a fines de enero del año entrante, cuando ya habrán transcurrido varias de las semanas más calurosas de la temporada; es decir, el momento de mayor demanda por parte de la población. Por otra parte, el alto consumo al que están habituados bahienses y puntaltenses, en el orden de los 600 metros cúbicos diarios por persona, supone un factor que contribuye a hacer más difícil la situación.
EN SUMA, el Napostá, reeditando su papel de otras épocas, viene para contribuir a paliar el presunto déficit que podría aparecer en el verano, en ambas ciudades. Si la lluvia llega en cantidad suficiente, tal cual lo estiman los expertos en meteorología, el escenario podría modificarse paulatinamente. Cabe esperar, de todos modos, que las nuevas obras puedan desarrollarse dentro de los plazos calculados y que, como conclusión, todo el episodio sirva de valiosa experiencia para que, en el futuro, problemas esenciales a la calidad de vida sean afrontados con la suficiente anticipación, en lugar de llegar a puntos extremos. |
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