A pocos días de publicada la información acerca de la contaminación del río Colorado por el vuelco de líquidos cloacales y desechos industriales en la ciudad neuquina de Rincón de los Sauces, se supo que en otras dos provincias -también ribereñas de ese curso fluvial como La Pampa y Río Negro- sucede lo mismo desde hace muchos años.
Hasta el momento de publicarse la noticia en las páginas de este diario, los pampeanos ignoraban que en una localidad de nuestra provincia -25 de Mayo- se arrojan los efluentes sanitarios sin ningún tratamiento a las aguas del principal río que corre por nuestro territorio. Las fotografías que acompañaron el informe son elocuentes y permiten ver el canal a cielo abierto por donde circulan esas "aguas negras", el vuelco al río y, por último, lo que tiempo atrás fue una planta de tratamiento y hoy es un cuadro de abandono absoluto que no cumple ninguna función.
Atenúa -sólo en parte- esta vergüenza el hecho de saber que, en la orilla opuesta del Colorado, sucede exactamente lo mismo en la ciudad rionegrina de Catriel, en donde los sistemas de tratamiento también han sido abandonados y, por lo tanto, los residuos cloacales llegan invictos al río.
Resulta a todas luces incomprensible esta absoluta falta de consideración hacia un recurso fluvial de tanta importancia para nuestro sur provincial. Este desprecio por el ambiente no puede atribuirse exclusivamente a las actuales autoridades provinciales y comunales pues, como se dijo, hace mucho tiempo que viene sucediendo. Y lo peor es que esta desidia no es gratuita. Con su proceder tan irresponsable, nuestra provincia pierde la autoridad -que en otros terrenos la tiene bien ganada- de exigir que los otros estados pertenecientes a la cuenca del Colorado y del Atuel -en verdad, es una única y enorme cuenca- que procedan con responsabilidad en el cuidado de estos recursos.
Desde el Coirco se aceptó que la situación existe desde tiempo atrás aunque el funcionario consultado trató de minimizar la gravedad de la situación. Adujo que la extensión del canal a cielo abierto contribuye a degradar la materia orgánica que contienen los líquidos cloacales y que estos llegan prácticamente sin peligro al curso del río. También enfatizó que la preocupación central son los contaminantes industriales de la actividad petrolera en la zona de Rincón de los Sauces. Si bien puede coincidirse con esa apreciación en cuanto al peligro relativo de ambos tipos de desechos, no debe aceptarse como fatal o natural que una localidad pampeana proceda con semejante nivel de despreocupación con un recurso que abastece de agua, a través del acueducto, a la capital provincial y a decenas de poblaciones.
Tiempo atrás, cuando se conoció un estudio privado que hablaba de contaminación en el Colorado, también Coirco salió públicamente a desmentir esos resultados. Lo cierto es que las cinco provincias que integran la cuenca poseen normativas diferentes para regular el vertido de líquidos cloacales. Ahora bien, si Coirco presume de ser el único comité de cuenca que funciona satisfactoriamente en todo el territorio nacional, es hora de que tome cartas en el asunto y promueva, sin más demora y en cada una de las provincias, un mayor compromiso de las autoridades en el cuidado del río.
En lo que atañe a La Pampa, tanto la comuna de 25 de Mayo como los organismos provinciales deberían terminan cuanto antes con esta vergüenza que nos deshonra a los pampeanos. Una planta de tratamiento de líquidos cloacales para aquella población no es ni cara ni compleja. Y hoy, esa localidad del oeste cuenta con un presupuesto envidiable -con relación a lo que reciben otras poblaciones pampeanas- producto de la actividad petrolera, que le permitiría afrontar sin sobresaltos su inmediata construcción.
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