El Sudoeste de la provincia de Buenos Aires y el área lindante de La Pampa se hallan en estado de sequía por cuarto año consecutivo. Luego de las precipitaciones de 2004, que, en el caso de nuestra ciudad, superaron ligeramente los 900 milímetros, se sucedieron períodos que dejaron un saldo altamente negativo, tanto por el fracaso de la cosecha triguera como por los perjuicios sufridos por la hacienda, que fue disminuyendo en cantidad por la falta de alimentación y por la necesidad de los productores de vender sus animales para cumplir compromisos financieros y de subsistencia de su grupo familiar.
En estos momentos, el agro zonal se halla a la espera de las anunciadas precipitaciones de octubre, que podrían originar un vuelco interesante en la situación del sector. Si bien ya algunos distritos han recibido el beneficio de marcas esperanzadoras en el transcurso de septiembre, con lo cual se aprecia una recuperación en las sementeras y en los campos de pastoreo, el panorama general continúa siendo deficitario. La venidera cosecha de trigo, con una superficie tan exigua como la de la campaña precedente, dependerá de la magnitud que tenga el fenómeno pluviométrico a partir de ahora. Lo mismo sucede con respecto a las siembras de granos gruesos; particularmente, de girasol, que es el cultivo predominante en esta zona, por encima del maíz y de la soja.
En contingencias como la que la región viene sufriendo, se hace preciso apelar a los conocimientos técnicos y a las prácticas aconsejadas por los expertos, a fin de aprovechar de la mejor manera posible la cantidad de agua de lluvia que reciba cada explotación. En la escasez, se debe aguzar el ingenio, a fin de sacar el mayor rédito posible.
Durante el reciente Congreso Nacional de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), se hizo referencia a esta cuestión, identificada como Eficiencia del Uso del Agua (EUA), y se advirtió sobre los milímetros que se desperdician por no ajustar debidamente las rotaciones. Dijo, entonces,: "Con una oferta de agua de lluvia de alrededor de 900 milímetros, la demanda hídrica del total de los cultivos que se hacen en la Argentina no supera los 500 milímetros, con lo cual tenemos una EUA de lluvias de no más del 55 por ciento, con una eficiencia del uso del agua de lluvia de 3,3 kilos/grano/milímetro/hectárea/año".
Según el expositor, no es descabellada la propuesta de alcanzar una producción granaria nacional de 120 millones de toneladas, con mayor protagonismo del doble cultivo; naturalmente, en zonas (que son muchas) donde sea posible llevarlo a cabo. Nuestra región de influencia no es la más favorecida, por condiciones de clima y suelo, pero, de todos modos, es aconsejable apoyarse en los consejos técnicos de los especialistas y de los organismos competentes, como el INTA, Aapresid y los grupos CREA, a fin de que, por encima de las contingencias desfavorables que plantea la sequía, puedan alcanzarse rendimientos que permitan sobrellevar con mayor tranquilidad los difíciles tiempos que corren.
En zonas donde prevalece la sequía, es preciso recurrir a las mejores técnicas disponibles para el mejor aprovechamiento del agua de lluvia.
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