Más por necesidad que por convicción la agricultura se enfrenta a un desafío cada vez más urgente: cuidar el agua, un recurso clave pero escaso, que demandará no sólo un cambio de prácticas agrícolas sino además poner el conocimiento y la investigación al servicio de ese objetivo. "Habrá competencia por el agua y por eso debemos hacer un uso más eficiente en la agricultura", resumió Gloverson Lamego Moro, líder en investigación y desarrollo sobre aplicaciones biotecnológicas para resistencia a sequía de la empresa Syngenta Brasil.
No es una meta menor si se tiene en cuenta que la agricultura consume alrededor del 70% del agua dulce del mundo, aquella que los especialistas denominana agua azul y que corre por los ríos, al tiempo que la población del planeta y la demanda de alimentos crece a un ritmo superior a la productividad y se prevé que en 2040 haya un déficit en este sentido de entre el 15 y 20%.
Con ese desafío los agricultores de punta del mundo —en el país la mayoría nucleados en la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid)— empezaron a analizar seriamente la importancia del manejo estratégico del recurso, no sólo en su carácter de insumo clave para la actividad, sino como parte de un contexto que involucra tanto lo rural como lo urbano y ésto pensando en función del desarrollo.
"La contribución del tema del agua a los objetivos del milenio —plan convenido por todas las naciones del mundo de cara al 2015— va a pasar porque la agricultura sea capaz de producir más eficientemente o más productivamente con menos recursos en función de que hay otros elementos de estas metas que van a aumentar la presión sobre el agua", reconoció Daniel Prieto, coordinador de recursos hídricos del Inta, quien consideró que a partir de esto "todo se va a hacer más competitivo".
Para Lamego Moro, el sector se debe dar "una tarea más agresiva porque, ante mayores restricciones del recurso habrá que hacer más con menos".
¿Por qué el tema del agua tomó una importancia tan relevante en la investigación de las empresas?
Para Lamego Moro por dos razones básicas pero claves: la necesidad y el conocimiento. "Es una necesidad porque la población crece y necesita más producción en un área que está limitada", apunta. Con lo cual, "el desafío es producir más alimentos" dijo el especialista quien hizo un cálculor rápido: "si hablamos de un acceso apropiado a la alimentación tenemos que pensar en unos 400 kilos por habitante por año", arriesgó partiendo de la base de que en apenas treinta años el mundo tendrá 9 mil millones de personas.
Pero los especialistas saben que el tema del agua va más allá, se trata de un insumo básico para la actividad agrícola y su déficit incide directamente en la productividad y por tanto, en el negocio. Allí es donde entra la variable del conocimiento como el otro pilar fundamental. "Tener soluciones para este momento, para dar más productividad con restricción hidrica, es una solución para garantizar los rindes", resume el especialista brasileño, quien destaca que las empresas del rubro están trabajando en el conocimiento aplicado al tema. "Es importante el agua porque hoy tenemos conocimiento suficiente para producir materiales que manejan la restricción hídrica de forma más adecuada", reconoció.
Esa es una pelea que están dando los grandes jugadores del negocio a nivel mundial, que están enfocando sus investigaciones hacia la producción de semillas tanto tradicionales como biotecnológicas resistentes al estrés hídrico. Y aunque de cara a un aumento de la productividad, los analistas ponen en el eje en modificar las prácticas agrícolas —eje del debate en el último congreso de Aapresid que llevó el lema de Ecoprogreso— la necesidad de profundizar el conocimiento aplicado, está a la vanguardia de la ciencia.
Un hito en este sentido lo marcó la experiencia desarrollada en Africa por la Fundación Africana de Tecnología Agrícola (Aaft), que en asociación con los sectores público y privado para desarrollar un maíz tolerante a sequías para los agricultores de ese continente, conocido como maíz de eficiencia hídrica para Africa (Wema) por sus siglas en inglés. La iniciativa involucra al Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo, la empresa Monsanto y los sistemas nacionales de investigación agraria de los países participantes de la región subsahariana: Kenia, Tanzania, Sudáfrica y Uganda, y prevén tener disponible las primeras variedades para 2014.
Esta experiencia, sumada a la investigación para el desarrollo de cultivos tolerantes a sequía y la revisión en torno al uso de fertilizantes y biocombustibles son para la especialista Dusty Post, líder global de tecnología en maíz de la empresa Monsanto de Estados Unidos, los ejes de debate en materia de disponibilidad de agua. "El mejoramiento y la biotecnología son los desafios para aumentar a 2030 la producción de maíz", dijo Post en el congreso de Aapresid y agregó que eso hay que sumarle "las buenas prácticas agronómicas". En ese punto, recordó que la última sequía en la Argentina afectó gravemente la producción ya que el agua acumulada sólo llegó al 40 o 60% de lo necesario para el cultivo.
En la Argentina, un grupo de científicos de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) liderados por Raquel Chan, generaron plantas transgénicas de girasol capaces de tolerar sequías extremas a través del aislamiento y caracterización de un gen (Hahb4) que le confiere al girasol una alta tolerancia a condiciones de estrés hídrico.
Los investigadores argentinos ubicaron el gen "anti sequía" en una planta de arabidopsis, variedad utilizada para la experimentación mediante técnicas de transformación y ahora pretenden explorar si esos resultados se pueden trasladar a plantas de interés agronómico como trigo, maíz y soja. En ese sentido están trabajando en conjunto con la compañía Bioceres y en base a ensayos del investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario, Eligio Morandi.
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