Las autoridades de Filipinas aumentaron hoy a 240 la cifra de muertos al paso de la tormenta tropical Ketsana, mientras las autoridades se preparaban para un nuevo temporal y crecen las críticas contra el gobierno por su lenta respuesta a la tragedia.
El centro nacional de coordinación de desastres añadió 100 víctimas a la lista oficial tras identificar más de 90 cadáveres hallados en la capital, donde los equipos de rescate siguen retirando cuerpos sin vida. Otras 37 víctimas continúan desaparecidas y casi dos millones de residentes de Manila y otras 25 provincias de la isla de Luzón se han visto afectados por las inundaciones y corrimientos de tierras, según el ministro de Defensa, Gilberto Teodoro.
En las últimas horas, unos 80.000 damnificados han podido regresar a sus hogares, pero casi 375.000 evacuados que perdieron sus casas continúan en los centros de refugiados que se han habilitado, uno de ellos en el recinto del palacio presidencial de Malacañang.
En todas las áreas donde rige el estado de catástrofe declarado el sábado, se suspendieron las clases en las escuelas y fueron transformadas en improvisados albergues para los damnificados.
En tanto, en la isla de Luzón las autoridades se preparan para responder a los eventuales daños que puede causar el nuevo temporal que se aproxima desde el Océano Pacífico.
El Servicio de Meteorología advirtió de que un sistema de baja presión ya se ha convertido en tormenta y puede transformarse en tifón antes de tocar tierra en los próximos dos días, aunque no descartan que se desvié a Taiwán en vez de alcanzar el norte del archipiélago filipino.
El gobierno de Manila ordenó estos preparativos y dictó la alerta cuando un amplio sector político y de la ciudadanía califica de lenta e inapropiada la respuesta oficial al desastre, y elogia a los grupos de voluntarios, que por iniciativa propia, distribuyen agua potable, comida, ropa, y medicamentos con mayor exito que las autoridades y los militares.
En menos de doce horas, Ketsana arrojó sobre Luzón una cantidad de lluvia muy superior a la media mensual en esta época del año, batió el anterior récord de 1967 e inundó el 80 por ciento de la capital.
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