Las fuertes e intensas lluvias que comenzaron el miércoles en la turística ciudad de Angra dos Reis y algunas islas cercanas provocaron inmensos desprendimientos de tierra. Y como resultado dejaron 41 muertos en la zona.
En todo el estado de Río de Janeiro, los aludes provocaron 61 víctimas fatales y si se tiene en cuenta todo Brasil, la cifra supera los 70 muertos. Las autoridades temen que el número de muertos se duplique, ya que muchas personas siguen desaparecidas. Y se estima que hay unas 3.000 viviendas con riesgo de derrumbe.
El número de víctimas fatales aumentó notablemente en Ilha Grande, cerca de Angra dos Reis y a 150 kilómetros de Río de Janeiro, como consecuencia del deslizamiento de tierra que el viernes a la madrugada dejó casi sepultada a la posada de lujo "Sankay" -donde se supone que había unas 40 personas- y varias casas alquiladas por turistas para recibir el Año Nuevo. Ayer, en una jornada sin lluvias, los rescatistas encontraron otros siete cuerpos sin vida entre toneladas de barro, piedras y árboles. Ya suman 26 las víctimas fatales en esta pequeña isla de pescadores, con playas aisladas y paradisíacas, que en los últimos años se orientó al ecoturismo y se convirtió en uno de los destinos favoritos de turistas extranjeros, entre ellos muchos argentinos.
En esta isla, la ladera de uno de los cerros se desprendió completamente en la playa del Bananal -una ensenada de aguas cristalinas que la convierte en una de las playas más bellas del lugar- arrastrando árboles y enterrando varias casas y la posada de lujo que fue inaugurada en 1994 y contaba con restaurante, biblioteca, sala de juegos, piscina, sauna y gimnasio. "Hay un riesgo natural muy grande: por la pronunciada inclinación de los cerros sobre la playa y la inestabilidad del terreno", afirmaron geólogos del Instituto de Investigaciones Tecnológicas. El gobierno carioca explicó que "el rescate es muy difícil: no se puede usar equipamiento pesado para que el terreno no siga cediendo".
Hasta anoche, sólo ocho de los cuerpos rescatados en la isla pudieron ser identificados: cuatro son de Minas Gerais, tres de San Pablo y el de la hija de los dueños de la posada, que se salvaron.
A Ilha Grande sólo se puede acceder por mar. Para las tareas de rescate se movilizaron cinco embarcaciones y 600 militares, bomberos, policías y vecinos.
"Barro, árboles, troncos cayendo, llevando todo", contó Felipe Gomes Martins (32), vecino de "Sankay", que junto a su padre rescató a 60 personas en un barco.