Eduardo Sierra, profesor de Agroclimatología de la Facultad de Agronomía de la UBA, es uno de los mayores especialistas a la hora de analizar los secretos de los cielos argentinos. Y después de algunos viajes puede decirse que conoce muy bien a Bahía Blanca, tanto a la ciudad como a sus vecinos. Pero sobre todo conoce sus crecientes problemas con el clima.
Por todo esto "La Nueva Provincia" decidió entrevistarlo en el comienzo del nuevo año, para saber qué debemos esperar respecto del verano, del régimen de lluvias de otoño, del nivel del dique de Paso Las Piedras, de la demanda energética y de la situación de los productores agropecuarios.
Además de asegurar que no habrá "lluvias recuperadoras" para las reservas acuíferas locales, y que la mejor política sería pensar en un "nuevo modelo productivo para la ciudad" debido al cambio climático global, Sierra optó por alejarse de las falsas promesas metereológicas.
Según sus investigaciones, la sequía bahiense tiene presencia asegurada por cuatro décadas más. Sí, hasta el 2050.
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--¿Qué particularidades climatológicas distinguen a Bahía Blanca de otras regiones del país?
--La zona del Sudoeste bonaerense, que abarca totalmente al partido de Bahía Blanca, es objeto de estudio del Proyecto de Investigación que estamos realizando en la UBA, justamente porque es algo así como el indicador de lo que ocurre en el resto del área agrícola nacional. Cuando en esta región hay muchas lluvias, se puede decir que el resto tendrá inundaciones, y cuando llega la sequía, es un indicador de que las demás áreas también tendrán manchones áridos. Son ciclos bien definidos.
--¿Cómo se desarrollan estos ciclos a lo largo del tiempo?
--Lo que inferimos es que hay ciclos de 25 años. Por ejemplo, en el caso de Bahía Blanca predominó la circulación nordeste entre 1976 y 2000. Fíjese que fue una etapa húmeda, en la que se acentuó mucho el modelo agrícola-ganadero en la región. Y luego llegamos a la etapa actual, con otros 25 años contando desde 2001, caracterizados por los vientos del Sudoeste, con corrientes húmedas que no pueden entrar a la región.
--Si el ciclo de sequías para Bahía Blanca empezó en 2001, ¿por qué las consecuencias comenzaron a percibirse recién a partir de 2007?
--Es importante aclarar que, al comienzo de cada cambio de ciclo, hay una serie de oscilaciones climáticas. Y por lo general, la peor parte suele verse en los primeros tiempos. Es por eso que el clima bahiense está terminando de acomodarse al período de sequía que va a extenderse aproximadamente hasta 2025.
--Es un pronóstico alarmante, ¿habrá alguna tregua en los próximos 15 años?
--Sí, aunque las lluvias están bajando de manera paulatina, habrá algunos momentos con mayor humedad, en especial cuando estemos --como ahora-- en épocas de (la Corriente de) El Niño. En estos tiempos puede ser que haya un poco más de precipitaciones. Pero, de todos modos, es importante aclarar que no será suficiente para abastecer el consumo habitual de agua.
--Considerando que se trata de una región con una economía muy basada en el campo, ¿qué perspectivas puede tener este nuevo ciclo?
--El mayor inconveniente es que el ciclo de sequía encuentra a
Bahía Blanca muy orientada hacia la agricultura y carga ganadera, y sin reserva de forrajes. Me parece que Bahía debería empezar a cambiar su esquema productivo. Desde el punto de vista agrícola, y considerando el clima semiárido, sería lógico un retorno a las buenas prácticas de la época de oro del INTA, cuando se aplicaban tecnologías para producir en climas áridos. Habría que apuntar más a la calidad de la cosecha que al volumen. Se podría apostar a tener una versión argentina del trigo canadiense, es decir con un 50 por ciento menos de rendimiento, pero un 50 por ciento más de precio por la calidad que tiene.
--¿Qué cabe esperar para el año que empieza?
--En principio hay que hablar de que se trata de un año con efectos de la Corriente del Niño. De todos modos es bueno recordar que en enero habrá una pausa de lluvias, y que, a partir de marzo, podrían venir algunas precipitaciones otoñales más importantes. Sería bueno aprovechar que esta temporada va a traer un poco más de lluvias para analizar los pasos a seguir, como hacer reservas de forraje, barbechar bien los campos y hacer obras pendientes. Porque no debemos olvidar que ésta será una pequeña buena racha dentro de un largo mal ciclo.
--¿En qué momento del ciclo llegará la mayor aridez?
--Si el ciclo climático se cumple como está previsto, los años realmente secos serán aquellos que van de 2025 a 2050.
--Considerando el cambio climático global, ¿habrá que imaginarse un tipo de sequía extrema, inédita hasta ahora?
--Pienso que no. Que, en todo caso, será semejante a la del período 1925-1950. La diferencia puede radicar en el régimen de lluvias. Quizás haya que acostumbrarse a pasar de los 750-800mm. anuales --que es el promedio histórico bahiense-- a unos 600-630mm. La clave será adecuarse a la nueva realidad, sin pánico, y sabiendo que se trata de un proceso natural del clima.
Una historia del clima bahiense
De acuerdo a investigaciones de la UBA es posible trazar una línea cronológica de todos los ciclos climáticos de Bahía Blanca, desde su fundación en 1828 hasta mediados del siglo XXI.
1825-1850: Un ciclo marcado por las sequías en toda la región patagónica y del sudoeste bonaerense, con fuertes vientos y tierras áridas.
1850-1875: Es una etapa con un moderado aumento en el caudal de lluvias. Si bien no son abundantes, favorecen un incipiente desarrollo agrícola en la región.
1875-1900: Una período caracterizado por la humedad, con grandes lluvias e inundaciones en todo el sudoeste bonaerense.
1900-1925: Etapa con clima muy variable, aunque con una marcada tendencia descendiente en las precipitaciones. Se suceden etapas de inundaciones y sequías.
1925-1950: Es el clímax de la sequía, con grandes voladuras de campos. La situación logra equilibrarse gracias al cambio de ciertas políticas agropecuarias.
1950-1975: Las lluvias vuelven a incrementarse, primero de manera tenue, pero luego alcanzan un pico en la década del 70. Termina de consolidarse el modelo agrícola-ganadero de la región.
1975-2000: Nuevamente llega una etapa húmeda, con lluvias prolongadas e inundaciones que afectan las actividades rurales, pero sin convertirse en un factor determinante.
2000-2025: El período actual tiene nuevamente el sello de la sequía, con severas consecuencias, debido al perfil económico asumido por la región. La aridez se ve agravada por el aumento de la población y el consecuente consumo de agua, que amenaza las reservas del Dique.
Con retraso. El ingeniero Sierra había asegurado en septiembre pasado la inminente llegada de El Niño al norte de nuestro país y estimó que en nuestra zona se haría presente a fines de octubre y principios de noviembre con buenas precipitaciones.
A partir de esos parámetros no pocos productores de la región sembraron, aunque con retraso, trigo y cebada. En realidad, la lluvia recién llegó en la primera semana de diciembre, cuando la suerte de esos cultivos estaba echada.
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