El río Paraná sigue creciendo y las previsiones estiman que la tendencia continuará hasta finales de enero. Ayer registró una altura de 5,03 metros, dos centímetros más que el sábado y tres por encima del nivel de evacuación en la capital provincial. En las zonas bajas de la ciudad, se percibe el contraste: mientras algunos disfrutan de lo que queda de playa, otros sufren por la crecida. Las viviendas que se encuentran en la zona costera de Bajada Grande elevaron el nivel de alerta y algunos ya han sido afectados por la crecida. Con el agua vinieron también los mosquitos, cuentan los pobladores.
En algunas casas ya padecen al río y en otras los vecinos han colocado bolsas de arena como contención, aunque saben que serán vencidas si el avance no cede. El agua llegó hasta el final de la Cortada 7. Al fondo del angosto pasillo, entre árboles y barrancas que parecen apenas contenerse, un hombre tiene el agua dentro de su rancho; y en la zona de la Arenera hay una treintena de familias que debieron dejar sus casas.
“Yo soy viudo, no tengo padres ni hijos. Ahora estoy viviendo en la casa de un hermano, en el barrio Humito”, asegura sin dramas un pescador en un alto en la guitarreada que estaban haciendo en el último puesto, con un borracho cantor y un par de curiosos ocasionales. “En cada crecida tengo que abandonar el rancho. Ahí quedan una cama, una cocina y algunas cositas más, pero me tuve que ir porque el agua ya se metió en la casa”. Es apenas una construcción precaria, con paredes de material y techo de chapa. Ahí habita el pescador cuando el agua se lo permite. Como él, cerca de 30 familias tuvieron que abandonar sus casas por el avance de las aguas. Se fueron con lo puesto y dejaron todo lo que no pudieron cargar consigo.
Desde hace días, los Guardacostas de la Prefectura Naval Argentina vienen recorriendo la zona acompañando al personal de la Dirección de Defensa Civil municipal para conocer la situación de los ribereños, advertirles de la crecida y recomendarles que se desplacen a tierra firme. Sin embargo, aseguran que hasta el momento no han recibido solicitudes para evacuar a nadie y que mientras tanto su tarea se limita a la distribución de bolsas de alimentos.
De receso
La situación en Bajada Grande parece complicarse con el correr de los días por la crecida constante del río y la situación amenaza con agravarse. Sin embargo, fue imposible localizar a algún funcionario para que explique cuál ha sido la asistencia que el municipio ha brindado a los pobladores. El número de la Dirección de Defensa Civil estuvo “ocupado” durante todo el día domingo y los funcionarios mantuvieron sus teléfonos celulares apagados.
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