La naturaleza volvió a demostrar su fuerza destructora. Ayer le tocó a Río Grande do Sul, estado brasileño vecino a Misiones. La extraordinaria crecida de un río por las torrenciales lluvias que afectan a toda la región se llevó puesto a un puente que une aquella localidad con Santa María, un poco más hacia el este del continente. Entre diez y 15 vehículos cayeron al agua. Las autoridades rescataron a varios automovilistas pero hasta anoche había al menos una decena de desaparecidos
Esta tragedia se suma a las que están sacudiendo particularmente a toda la zona sur del continente sudamericano. En septiembre fue el tornado en San Pedro, acá en Misiones, que dejó once muertos e inauguró una serie de temporales que todavía siguen y dejan serios daños en la región. La sequía en el centro del país que mató animales y destruyó cosechas. Ahora, en una especie de colmo natural, toda esa zona está inundada por las intensas lluvias. Las imágenes que trae la televisión de provincia de Buenos Aires y de Córdoba son elocuentes. La misma lluvia, por lo menos la misma intensidad, que produjo los aludes en Río de Janeiro con decenas de muertos y estas inundaciones ahora en Río Grande do Sul que derribó este puente y dejó millones de hectáreas de tierras inundadas.
Algo está pasando con el clima claramente. Y va mucho más allá de los que discutan los líderes mundiales en una cumbre simbólica y mezquina como la última que fracasó en Copenhague, Dinamarca.
La naturaleza está dando señales. Esa es la sensación que queda. Y pareciera que nadie le presta atención. |
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