Hasta ahora, el único motivo por el cual nuestra ciudad y sus alrededores no han vuelto a sufrir una inundación tan drástica como la del 28 de febrero de 2008 parece ser, sencillamente, que no ha caído una cantidad similar de agua en tan poco tiempo. Difícil que alguien pueda olvidar aquella jornada en la que hubo arroyos desbordados, destrozos y vastas zonas anegadas. Vecinos de los barrios más castigados de Villa Elisa y City Bell contaban, horas después de la tormenta -y cuando los dos metros de agua aún se resistían a abandonar sus hogares- que habían visto llegar dos enormes olas provenientes del camino Belgrano, que arrasaron con todo a su paso. Claro que también llovió muchísimo, y ese dato no puede hacerse a un lado: en una hora cayeron 200 mm de agua, cifra que, en épocas normales, corresponden al promedio mensual de precipitaciones. Aunque más de una autoridad intentó “culpar” al clima del desastre ocurrido, está claro que los eventos meteorológicos de este tipo no pueden detenerse, aunque sí se pueden prever, es decir, verlos venir. En ese sentido, existe la posibilidad de prevenir las consecuencias de esa llegada inevitable. Para prevenir, hace falta planear. En 2008 -sólo por seguir con el mismo ejemplo- no había un plan de contingencia adecuado. Casi dos años después, ¿lo hay?
Panorama conocido
Menos de un mes después de la referida inundación, más precisamente el Viernes Santo de 2001, se desató otro temporal, que vino con vientos huracanados y caída de granizo. La historia volvía a repetirse. Y se empezaba a hablar sobre los principales caminos de la región y el papel que habían jugado a la hora de dejar escurrir las aguas. La obra más cuestionada fue la de la autopista La Plata-Buenos Aires -el propio intendente Bruera acusó a la empresa constructora de haber “ahorrado plata” en las obras de drenaje-, aunque también hubo críticas dirigidas a los caminos Belgrano y Centenario. La explicación que dieron en su momento algunos especialistas se resumía de la siguiente manera: nuestra región se ubica en la llanura pampeana, terreno que tiene una pendiente, poco pronunciada, pero pendiente al fin, que va hacia el mar. Las aguas, por lo tanto, corren en ese sentido, como sucede con los arroyos y zanjones que, en su mayoría, son de origen pluvial. Si los caminos -como en este caso- se construyen perpendiculares al sentido de la pendiente, se convierten en lo que se conoce como diques de llanura, por el terraplén sobre el que se emplazan. Esa altura frena las aguas que, naturalmente, van cayendo. Si la cantidad de agua que llueve es mucho más grande que la media, entonces ese freno devuelve el agua, de ahí las olas de las que hablaban los vecinos de Villa Elisa. Aunque en aquel momento se habló de investigar las obras y realizar trabajos en los arroyos de la zona (Rodríguez, Martín y Carnaval, entre otros), los vecinos aseguran que sólo se han limpiado superficialmente algunos cursos de agua, y nada más.
Mientras tanto, en los últimos días, el río Paraná aumentó tanto su caudal de agua que provocó graves inundaciones en el norte de la Provincia, con evacuados y alrededor de 3 mil damnificados. Todavía sigue creciendo (ver recuadro aparte) y amenaza seriamente la producción de la zona. En diálogo con Hoy, el geólogo Enrique Schnak contó que estas condiciones se deben al fenómeno de El Niño, que se está manifestando desde noviembre pasado. El experto explicó que el fenómeno “es una oscilación”, y agregó que “cuando la temperatura del Pacífico ecuatorial es mayor que lo normal se lo denomina El Niño y, cuando es más fría, se la llama La Niña”. En ese sentido, señaló que la llegada de El Niño siempre tiene como consecuencia lluvias en la cuenca del Paraná, además de desatar fenómenos como tifones o sequías en otras partes del planeta. ¿Y cuánto tiempo más tendremos a El Niño entre nosotros? “Eso es muy variable: suele permanecer unos cuatro meses, aunque ha estado muchos más, provocando serias complicaciones”, contestó el especialista.
Teniendo en cuenta las experiencias pasadas y presentes, puede decirse que las autoridades, en general, no apuestan demasiado a la inversión en obras de ingeniería que ayuden a hacer frente a los desbordes de los cursos de agua, el futuro de los habitantes de las zonas en riesgo está, valga la redundancia, a la deriva. Por eso, Schnak recomienda a las personas no construir asentamientos a la vera de ríos o arroyos y, “ya que impedir el fenómeno es imposible, lo mejor sería contar con un buen sistema de alerta temprana” que dé tiempo a las familias a abandonar sus hogares.
“Ojalá que no llueva”
Ante la consulta de Hoy, el diputado provincial por la Coalición Cívica Oscar Negrelli señaló que, desde las inundaciones de 2008 hasta ahora “no se hizo absolutamente nada”, e ironizó: “El programa hidráulico del intendente es pedir ojalá que no llueva”. “Después de lo que pasó, había que hacer un estudio del escurrimiento teniendo en cuenta la superficie asfaltada, un tratamiento de los arroyos, y un control de las obras sobre la ruta 2”, relató el diputado, y agregó que “lo único que se hizo fue un lavado de cara a los cursos de agua, que sólo sirven para que, en lugar de que se desborden en una hora, lo hagan en dos”. Por último, Negrelli sentenció: “Si hoy llueve como lo hizo en 2008, vuelve a pasar exactamente lo mismo”.
El Paraná sigue creciendo
El río Paraná, que frente al puerto de Rosario presentaba ayer una altura de 5,03 metros, crecería otros 15 cm más en todo su curso en los próximos 8 días, informó el servicio de Hidrometría de Vías Navegables (HVN).
“Su comportamiento es de un lento crecimiento en todo su curso y en aquellos lugares donde baja es ínfimo, ya que no supera el centímetro de descenso o se mantiene estacionado”, señalaron fuentes del HVN.
El panorama era ayer de “crecida en los puertos de Santa Fe, 5,42 metros; y Villa Constitución, 4,48 metros, además de Rosario, donde está en vigencia el plan de alerta”, según la información que trascendió, en tanto que en los puertos bonaerenses, la situación era la siguiente: “San Nicolás, 4,11 metros, estacionado; Ramallo, 3,80 metros, baja; San Pedro, 3,16, crece, y Baradero, 2,86, también creciendo”.
Las autoridades santafesinas trabajaban ayer en la coordinación de acciones de seguridad, en caso de que sea necesario hacer evacuaciones.
El dato
¿Y el cambio climático?
Para el geólogo Enrique Schnak no hay muchas evidencias que liguen a El Niño con el cambio climático, aunque aclaró que ciertas teorías aseguran que, al estar las aguas cada vez más cálidas, es mayor la superficie del mar que abarca dicho fenómeno. No obstante, subrayó que El Niño “existe desde hace miles de años”.
Obras paradas en el río Salado
Por problemas de financiamiento, el Plan Maestro del Río Salado, programa que buscaba hacer frente a las inundaciones en territorio bonaerense, está parado desde hace dos años. Aunque fuentes del gobierno provincial aseguran que el saneamiento de ese curso de agua “está entre las prioridades de Scioli”, el estado de las obras no parece darles la razón. Por su parte, los organismos que integran la comisión auditora del plan hidráulico se quejan de que el dinero destinado a ese fin no aparece.
De cuatro fases que comprendía el proyecto, sólo se han concretado dos.
Desde la subsecretaría de Recursos Hídricos aseguran que están esperando que la Nación le gire los fondos necesarios para seguir con los trabajos. La cuenca del Salado comprende 170 mil km2 y, entre las obras que faltan realizar están, por ejemplo, el trazado de canales, la construcción de puentes y terraplenes, la ampliación de la capacidad de lagunas y la remoción de constricciones fluviales.
Fallas en desagües y viviendas inseguras
En un informe publicado por Hoy en marzo de 2008, el ingeniero hidráulico y civil Claudio Velazco detalló las falencias detectadas en las zonas que sufrieron las inundaciones aquella vez.
Entre ellas, destacó la falta de mantenimiento de todos los arroyos y con “secciones no adecuadas para escurrimientos”, aún para lluvias mucho menores que las de aquel año. También hizo hincapié en las viviendas “ubicadas muy cerca de ambas márgenes”.
También calificó de “inadecuados” a las alcantarillas y los puentes, por sus tamaños, y los consideró “obstáculos fijos para llluvias importantes”. El experto señaló también que las canalizaciones de los caminos Belgrano y Centenario eran “insuficientes”.
Los vecinos de la zona se fueron organizando luego de los episodios, y aseguran que, hasta ahora, todo sigue igual.
|
|
|