Comenzó el verano y los temas habituales de las épocas estivales tomaron trascendencia, aunque durante el año el problema no deja de existir, la coyuntura pone en el tapete temas que no pueden ser olvidados.
La contaminación de los cursos de agua, canales y arroyos, que desembocan en el río Limay y Neuquén, son hoy motivo de preocupación.
La Defensoría del Pueblo de esta ciudad presentó un informe alarmante en el cual a través de estudios se confirman los altos grados de contaminación de los arroyos Durán y Villa María.
La presentación de los informes marcaron un alerta e inmediatamente después comenzaron las repercusiones del tema. En menos de dos semanas el municipio capitalino anunció la limpieza y saneamiento de unos de los canales a cielo abierto que mayor grado de contaminación presenta, el canal Bejarano que desemboca directamente en el arroyo Durán.
Comenzar a trabajar implicó también un reconocimiento del problema que se hizo palpable ni bien los trabajadores ingresaron al canal, donde la contaminación no sólo era evidente a simple vista, ya que cualquier desprevenido que pasara por el lugar podía observar el color blancuzco del agua, sino que la detección de un primer vertido de efluentes contaminantes fue inmediato.
Los funcionarios municipales advirtieron que un frigorífico estaba tirando líquidos clandestinos al canal y más adelante detectaron líquidos contaminantes volcados por alguna empresa petrolera. Todo en sólo una jornada de trabajo. Los dos vertidos desembocaban directamente en el canal a través de dos agujeros, visibles también para cualquier transeúnte.
¿Por qué el trabajo no se hizo antes? ¿Cómo abordar este problema? ¿Cómo trabajar en formas sostenida en el tiempo?, fueron algunas de las preguntas que se abrieron.
El municipio decidió sanear, y anunció un control estricto sobre los vertidos clandestinos, ya sea de empresas, de comercios como de particulares, pero también advirtió que la responsabilidad debe ser compartida con el gobierno provincial a través de Recursos Hídricos.
Ayer, la comuna y la Provincia anunciaron el compromiso de trabajar en conjunto, pero aún no están claras, ni escritas cuáles son las responsabilidades de cada uno. Lo que si está claro es que el municipio no puede dejar de controlar, de ejercer su poder de policía y hacer un seguimiento sobre lo que llega a los cursos de agua. Lo que también se espera es que este trabajo que comenzó el jueves sea permanente, que no quede en los 550 metros que se proyectaron como primera etapa del canal Bejarano.
Se esperan también que se exija a quienes cometen infracciones que si van a verter sus aguas contaminadas a los canales y arroyos que lo hagan con el tratamiento adecuado y permitido, y en esto los órganos de control deben ser inflexibles.
Además, es necesario apelar a la responsabilidad de la población, que es quien contribuye a la contaminación de las aguas, arrojando todo lo que no les sirve a canales, arroyos y ríos.
La gente debe tomar conciencia. Las aguas no son el depósito de basura ni de los vecinos, ni de las industrias. Las aguas son un recurso natural que debe ser protegido. |
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