Las previsiones climáticas indican que habrá que prepararse para temporales de una intensidad inusual en la Ciudad de Buenos Aires y otras ciudades del país, lo que implica la necesidad de mejorar la infraestructura vial y edilicia, controlar el estado del arbolado y fortalecer los mecanismos de Defensa Civil. La primera tormenta veraniega que se abatió sobre Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos y afectó a ciudades bonaerenses, dejó tres muertos y medio centenar de heridos además de importantes destrozos que afectaron a casas particulares y automóviles, con voladura de techos, carteles y marquesinas, caída de árboles y postes de luz y teléfonos.
En la Ciudad, el temporal reavivó el debate por el deficitario mantenimiento del arbolado. En otros casos, los mayores perjuicios se producen por inundaciones, cortes de energía eléctrica y destrucción de viviendas, sobre todo en las zonas más vulnerables y precarias. La perspectiva de que estos fenómenos climáticos se habrán de repetir debe servir para tomar los debidos recaudos y estar mejor preparados.
Hace falta adecuar al conjunto de la infraestructura vial, la edificación pública y privada y los espacios públicos a la eventualidad de inclemencias que pondrán a prueba las condiciones de habitabilidad y tránsito.
Además de algunos cambios de conducta, esto requiere por parte del Gobierno de la Ciudad y de los gobiernos municipales y provinciales, realizar las obras públicas necesarias y mejorar los sistemas de emergencia urbana para evitar desgracias y atenuar impactos negativos.
La perspectiva de fuertes tormentas exige mejorar la infraestructura vial y edilicia, controlar el estado del arbolado y fortalecer los mecanismos de Defensa Civil y estar mejor preparados.
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