En tanto las autoridades nacionales están organizando con mucho entusiasmo las ceremonias para la posesión del nuevo Gobierno, que se realizarán el 21 y 22 del presente, miles de familias están pasando penurias por las riadas en varias zonas del país debido a torrenciales lluvias caídas en las últimas semanas. La situación de los pobladores de las zonas inundadas es desesperante, porque muchas familias están aisladas, no cuentan con alimentos. Lo peor es que cientos de niños de la región sufren los efectos de las inundaciones, porque no tienen alimentos y están afectados por enfermedades como diarreas y resfríos y esperan ser evacuados a lugares más altos. Plataformas de tramos de carreteras y caminos de las regiones afectadas fueron destruidas por las aguas, lo que ha dado lugar a la suspensión del tráfico de vehículos en esas zonas. La asistencia brindada es insuficiente, porque a medida que las lluvias aumentan, los problemas se multiplican, llegando a cobrar dos víctimas fatales que se ahogaron cuando trataron de cruzar un río. Incluso se declaró alerta roja y naranja en varios municipios.
En Montero, en el departamento de Santa Cruz, la población está soportando inundaciones, sobre todo en barrios periféricos, donde las aguas alcanzan a más de medio metro de altura, lo que impide el desplazamiento de la gente. La situación se torna más dramática en Yapacaní, en el mismo departamento, donde los ríos de la región al desbordarse han destruido más de 300 hectáreas de cultivos de arroz, lo que es una gran pérdida para los agricultores que no saben qué hacer, porque contrajeron deudas bancarias, para hacer la siembra y adquirir maquinaria agrícola. Estos compromisos no podrán ser honrados, porque toda su producción está afectada por las aguas. Se calcula pérdidas por 150 mil dólares, suma difícil de reponer.
La situación también se torna preocupante en Trinidad, capital de Beni, donde informes de hidrología dan cuenta que entre las 10 de la noche del pasado miércoles y las 8 horas del día siguiente cayeron 115 litros de agua por metro cuadrado, quedando anegada gran parte de la ciudad que no cuenta con suficientes defensivos, sobre todo en los barrios alejados del centro urbano. La gente del lugar está preocupada por las informaciones que dan cuenta que las lluvias serán intensas hasta el próximo febrero y por no tener los medios para enfrentar los desastres que ocasionan las aguas desbordadas. Por ello muchos ganaderos están optando por trasladar a sus animales a lugares más altos.
En el departamento de La Paz, sobre todo en el tramo Caranavi - Guanay, la crecida de los ríos ha ocasionado el derrumbe de dos puentes y la destrucción de la plataforma de gran parte de la carretera, lo que la hace intransitable. También el trecho Mapiri - Apolo fue afectado por la crecida de los ríos de la región, así como Tipuani y Teoponte, Chulumani - La Asunta. La situación en los yungas paceños tiende a agravarse por la persistencia de las lluvias, pidiendo sus pobladores ayuda del Gobierno, sobre todo para habilitar los tramos carreteros anegados, lo que puede ocasionar que varias poblaciones queden aisladas.
Pero autoridades del Consejo Nacional para la Reducción de Riesgos y Atención de Desastres (Conarade) minimizan la situación, asegurando que las lluvias y el desborde de los ríos no causarán desastres. Al parecer las penurias de miles de familias campesinas bolivianas no preocupan a los gobernantes, o es que prefieren esperar mayores desastres. Esa forma de actuar muestra la improvisación que existe en el Ejecutivo, donde están autoridades sin conocimiento ni experiencia para atender problemas como riadas, inundaciones y otros efectos de las intensas lluvias.
Es necesario que los gobernantes hagan un paréntesis en el entusiasta trabajo que realizan para la instalación del nuevo Gobierno y dediquen parte de su tiempo para auxiliar a la gente que es afectada por la crecida de las aguas. Esa ayuda consiste en la presencia de brigadas de médicos para atender a los afectados por este tipo de situaciones, así como envío de alimentos y medicamentos y sacarlos a zonas donde sus vidas no corran peligro. Al margen de declarar alertas de todo color, lo que corresponde es proteger a los damnificados y evitarles mayores problemas.
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