LAS generalizadas lluvias ocurridas, el martes último, en la ciudad y la región han contribuido a poner sobre el tapete una de las iniciativas que, desde hace muchos años (demasiados), se vienen barajando en cuanto a la provisión de agua para nuestra ciudad.
EN EFECTO, la cantidad del líquido elemento que engrosó el cauce del Napostá, gran parte del cual fue derivada, a través del partidor del Parque de Mayo, al canal Maldonado, motivó infinidad de interrogantes, a nivel popular; especialmente, centrados en el desperdicio que significaban los volúmenes que llegarían a la ría a través de esas vías, mientras en la ciudad rige un estado de alerta y restricciones del consumo, merced a la baja de reservas en el embalse Paso de las Piedras. Se acotaba, también, que, mientras el Sauce Grande, a la altura de Sierra de la Ventana, permaneció sin caudal alguno durante algunos meses, y aun con lluvias en su zona de influencia no registró aumento del mismo, el Napostá nunca ha dejado de fluir.
LA iniciativa de construir un embalse a la altura del puente Canessa, a unos 15 kilómetros de la ciudad, fue enunciada, por primera vez, durante la administración radical de Jaime Linares y correspondió al actual diputado nacional Juan Pedro Tunessi la motorización del último intento dado a conocer por conseguir su materialización. En efecto, a mediados del año último, el entonces edil solicitó al Consejo Federal de Inversiones que considerase la financiación de los estudios pertinentes, planteando la obtención de fondos para efectuar un estudio de factibilidad por parte de la Universidad Nacional del Sur.
ALUDIA el autor de la iniciativa a la multifunción del embalse, que, además de la provisión de agua a la ciudad, permitiría la regulación del cauce aguas abajo y el uso recreativo. Consideraba Tunessi que, en 1944, la crecida del Napostá había sido estimada en un caudal máximo de 500 metros cúbicos por segundo, según la Dirección Provincial de Hidráulica, oportunidad en la que generó importantes inundaciones. La significación de la cifra puede darse al comparar el suministro diario a la ciudad que, en estos momentos, está realizando la prestataria, oscilante en los 9.000 metros cúbicos. Para ser más gráficos: durante esa crecida, pasaba, por el cauce del Napostá, en 18 segundos, la cantidad de agua necesaria para abastecer a Bahía Blanca durante un día.
LA INICIATIVA agregaba que, en momentos en que, en el ámbito municipal, se está estudiando una readecuación del Código de Planeamiento Urbano, resultaba importante considerar que el área comprendida entre los ejes de la avenida Alberto P. Cabrera y el camino La Carrindanga, conocida como el valle del Napostá, tiene un desarrollo vinculado con las crecidas del arroyo, el cual, en repetidas ocasiones (sin ir más lejos, el martes último), anega parte del valle, incluyendo el campo de golf del club Palihue y otras instalaciones deportivas del área. La posibilidad de controlar esa situación, señalaba, mejoraría el potencial del sector, desde el desarrollo de un área verde de uso público hasta una urbanización que realzase sus ventajas paisajísticas y topográficas. Finalmente, aludía la propuesta a las ventajas de contar con un espejo de agua, prácticamente a las puertas del radio urbano, con un uso turístico-recreativo de auspiciosas perspectivas.
LA actual situación de la provisión de agua a Bahía Blanca amerita que las autoridades respectivas consideren seriamente y sin ambages la alternativa indicada, sobre la cual, dadas las perspectivas y sus ventajas colaterales, todo indica que, tarde o temprano, debiera ser encarada.
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