El temporal de ayer en Paraná provocó serios daños y el desborde del arroyo Las Viejas en el barrio Villa Almendral, por lo que 17 familias debieron abandonar sus casas por el aluvión de agua y barro que las invadió.
El desborde del arroyo es un problema recurrente en el barrio, pero los vecinos cuentan que se agravó tras el entubado y, en esta ocasión, por la crecida del río, que quita la vía natural de desagüe. Y a eso se suma la caída de un gran caudal de agua en poco tiempo: fueron 57 milímetros en dos horas y media.
Primero aparecieron las ratas en las casas, atrás llegó el agua, desechos y la basura que la propia gente tira en el curso de agua. Lo que quedó fue barro, desolación, impotencia y bronca, mucha bronca por la falta de respuestas.
Son casas bajas, de material, algunas cubiertas con chapas y lonas, ubicadas en una pendiente donde termina el entubamiento del arroyo, por lo que cuando desborda, el agua ingresa por el fondo y también por el frente al no haber una vereda que haga de contención. Inclusive algunos vecinos viven varios escalones por debajo del nivel de calle. Hay gente que tiene trabajo, otros que viven de changas y algunos desocupados, pero solidarios entre ellos.
“Casi todos tenemos un piso, o una carpeta aunque sea, pero cuando el agua llega, arrasa con todo. Yo tuve que poner unos tachos en el piso y arriba el ropero con toda la ropa. No tengo heladera ni lavarropa porque se lo llevó el agua en otra crecida, porque esto pasa siempre”, cuenta un vecino. Y otra mujer agrega: “Las respuestas a los reclamos han sido muy pocas. ¿Qué podemos hacer con un colchón, un nylon y una bolsita de alimentos? Nada”, pregunta y se contesta resignada.
Las 17 familias inundadas tuvieron que correr de sus casas en medio de la tormenta, entre el barro y con unas pocas pertenencias a cuestas, a refugiarse en la precaria sede de la comisión vecinal, en calle Juan Ambrosetti 276, a la vuelta de la esquina del lugar más afectado.
En el ingreso revolotean los chicos y algunos perros flacos y hambrientos. “Vinieron a filmar y ahora nos van a sacar fotos”, grita uno por ahí, como llamando a los otros. Al fondo, en una pequeña cocina, un pequeño grupo arma las bandejitas de facturas y la copa de leche que diariamente reparten a más de un centenar de chicos del barrio. Y al costado, cerrada con llave, una piecita en la que guardan algunos elementos que reparten ante cada contingencia. Ayer algunos recibieron zapatillas.
Hasta ese lugar empezaron a llegar durante la siesta algunos damnificados mientras otros trataban de mitigar el desastre, con el agua y el barro todavía en sus casas. Cuando cesó la lluvia algunos se fueron para empezar a limpiar. Muchos otros se quedaron, tomando mate y contándose sus penas.
Todos están esperando al secretario de Desarrollo Social de la Municipalidad, Walter Carballo, que un rato antes recorrió la zona y prometió volver con soluciones. “Estamos esperando que nos lleven a algún lugar porque a las casas no podemos volver y mucho menos si llega a llover otra vez”, dice alguien. “Necesitamos una solución, aunque sea un lugar para pasar la noche”, agrega otro desde atrás.
Todos quieren contar algo. Algunos critican a los funcionarios, otros a la comisión barrial y hay quienes se quejan de la falta de solidaridad de los vecinos. El presidente de la comisión se defiende diciendo que es apenas un intermediario entre los vecinos y las autoridades y que cada vez que llueve “nadie atiende los teléfonos”. Un vecino damnificado acota que tuvieron que presionar a los delegados barriales y estos a su vez a los funcionarios.
Lo cierto es que se trata de una zona que siempre se inunda y que requiere de una atención más importante y soluciones más profundas de parte del Municipio. Una solución provisoria puede ser la contención con bolsas de arena, pero no debe tardar la construcción de una defensa que evite el desborde del arroyo o el traslado de esas familias a otro lugar.
Carballo ofreció una solución provisoria
“Hay que trabajar para que la gente tenga un lugar apto para vivir. Pero el problema es siempre el mismo en Paraná: a la vez que se erradica un grupo de familias de la vera de los arroyos, se instala otro”, afirmó el secretario de Desarrollo Social de la Municipalidad, Walter Carballo, a EL DIARIO.
El funcionario recorrió las zonas afectadas por la tormenta, pero descartó la posibilidad de abrir un albergue para los damnificados, a pesar del reclamo de los vecinos de que se los instalara en otro lugar: “No se está pensando en armar un centro de evacuados por esta situación, se constató que no hay necesidad de hacerlo”, aseguró.
Sobre posibles soluciones, Carballo dijo que “la idea es que vivan en otro lado, en mejores condiciones o pensar en una solución a largo plazo. No puede ser que soporten este problema ante cada lluvia. Una solución sería hacer una defensa por delante y por detrás de las casas o elevar el nivel de las viviendas. Por lo pronto, se dará una solución provisoria”, estimó.
Problemas en toda la ciudad
Más árboles caídos, daños y decenas de pedidos de ayuda
Más de un centenar de árboles se han caído en Paraná en menos de tres semanas: a los 60 ejemplares que tumbó la tormenta del 29 de diciembre, se agregaron más de 20 que tiraron los fuertes vientos de ayer a la siesta. Desde el Municipio conjeturan que la caída de árboles se debe a que el suelo está húmedo pero señalan como importante el dato de que en muchos casos se trata de árboles “añosos”.
Ayer, uno de estos árboles cayó sobre un Suzuki Fun que el dueño había estacionado sobre la vereda para resguardarlo de una posible caída de granizo, según comentaron vecinos; mientras que otro gran árbol rompió un tapial en Anacleto Medina. “Se trata de tipas y sauces, entre otros”, se especificó desde Defensa Civil Municipal.
Del total de árboles caídos, “6 provocaron daños, y alrededor de 15 debieron ser cortados proque obstruían la vía pública en calle Moreno, Uruguay, en Racedo. Pero hubo más ejemplares caídos”, se explicó. “No alcanza a secar bien la tierra por tanta lluvia: hay una o dos precipitaciones por semana y con mucho viento. Además, algunos árboles son muy añejos”, señaló Jesús Núñez, director de Defensa Civil.
El agua anegó ayer viviendas en diferentes zonas de Paraná, y hubo desbordes de arroyos y lagunas.
CHAPAS Y COLCHONES. En tanto, ayer alrededor de las 19 el Municipio ya había recibido “60 reclamos de colchones, chapas y tirantes, de parte de vecinos de distintas zonas de Paraná” a los que los anegamientos por las lluvias les habían arruinado enseres y ropa. “La mayoría son personas con viviendas precarias”, señaló Jesús Núñez, director de Defensa Civil comunal.
Los problemas se localizaron en el sector de Laurencena y Güemes (barrio Maccarone) y en Bajada Grande. Hubo inundaciones en Villa Almendral (donde se abrió un centro de evacuados), mientras que “la Toma Nueva y Arenales son otras zonas afectadas porque con el río muy alto no alcanza a desaguar para la cantidad de agua que ha llovido”, dijo Núñez. Asimismo hay una familia autoevacuada en barrio Belgrano. “Se han recibido alrededor de 60 reclamos por colchones, chapas, tirantes, alimentos y demás necesidades como consecuencia de la tormenta”, agregó Núñez en diálogo con EL DIARIO.
Además, hubo anegamientos “en la zona noreste, Anacleto, Santa Rita, Bajada, la zona de la Base, Jorge Newbery, Churruarín. Se trata de casas muy precarias, que se han levantado muy cerca de los arroyos, casi encima, dentro del cauce natural”, señaló. En tanto, “en Bajada Grande, la laguna que está en Larramendi al final, frente a la Aceitera, no alcanza desagotar porque está más baja que el río; lo mismo pasa en la laguna de Toma Nueva”, especificó.
LA SANTIAGUEÑA. El arroyo La Santiagueña, que se vuelve peligrosamente caudaloso con las lluvias, afectó otra vez a familias asentadas en la orilla a la altura de barrio Maccarone. Justamente, después del gran temporal de marzo del año pasado, varias familias que habían quedado evacuadas en la Sala Mayo del Puerto Nuevo provenían de ese barrio. El arroyo creció de golpe y se les metió en las casas casi hasta el techo. Menos de un año después la historia vuelve a repetirse. “(A aquellas familias) se les trató el problema de fondo, se les hicieron viviendas. Pero otra gente volvió a hacer las casitas ahí, a la orilla. Habrá que cuidar que no construyan más en esa zona”, reflexionó Núñez. “Las aguas (de La Santiagueña) están muy contaminadas”, finalizó diciendo.
El dato
57 MM
Cayeron en Paraná hasta las 21 de ayer. Este volumen, sumado a los 102,2 mm que habían caído hasta el 17 de enero, supera el promedio de lluvias esperado para todo el mes de enero en la zona: 134 mm. |
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