Hubo que esperar 18 años para que las fisuras que se detectaron en la presa de Piedra del Águila pudieran ser reparadas de manera integral. Es el tiempo que tardó en fraguar el hormigón de esa mole de la ingeniería que embalsa el río Limay. La empresa concesionaria anunció que este año licitará las tareas.
Piedra del Águila es una presa diferente en el conjunto de las ocho obras que construyó Hidronor. Es la única que no pertenece al tipo de los materiales sueltos sino que es íntegramente de hormigón. Es, además, la más alta, con sus 172 metros de altura máxima, y tiene la mayor potencia instalada de la zona, con 1.400 megavatios (MW).
A finales de 1991 y principios de 1992 se terminó la obra civil y se inició la etapa del llenado, que es la más crítica en la vida de una presa.
A mediados de 1992 y en la misma época del año siguiente Hidronor -que aún no había sido dividida y privatizada- detectó tres fisuras en los grandes bloques de hormigón que conforman la presa.
Piedra del Águila está conformada por bloques de formas casi de triángulo rectángulo, en el que el plano que hace las veces de hipotenusa mira hacia aguas abajo.
Esos bloques tienen volúmenes enormes, a tal punto que entre lado y lado puede llegar a haber una distancia de hasta 50 o 60 metros.
El tiempo que tarda el hormigón en fraguar es proporcional a ese espesor. Cuando se detectaron las fisuras, los especialistas recomendaron encarar reparaciones provisionales y esperar el tiempo necesario para pensar en las obras definitivas.
Cada bloque, además, está expuesto a condiciones distintas porque de un lado está la humedad del embalse y del otro, la intemperie, con sus cambios de temperatura.
Fuentes técnicas del Organismo Regulador de Seguridad de Presas (Orsep), que es el ente que fiscaliza la integridad de las obras en manos del Estado nacional, recordaron que dentro de los bloques hay una serie de instrumentos; uno de ellos mide la temperatura.
El consultor independiente Giovanni Lombardi, un suizo que es una de las máximas autoridades mundiales en la materia, determinó en septiembre del año pasado que el calor en el centro de los bloques se había disipado lo suficiente como para encarar los trabajos, según le comunicó a la Bolsa la concesionaria, que está en manos de Sadesa, la empresa liderada por la familia Miguens-Bemberg.
Lo que hizo la empresa fue elaborar las especificaciones técnicas "que formarán parte de los pliegos de la licitación" de los trabajos. No lo dice la comunicación, pero el plan debe tener la aprobación del Orsep.
Las fisuras son tres. Tienen forma vertical y no son pequeñas. Hasta ahora se controló el paso del agua con procedimientos no definitivos, como mantas de goma colocadas aguas arriba o el vertido de limaduras de acero, además de la colocación de drenajes.
Pero para la reparación final, seguramente se realizarán inyecciones de hormigón mezclado con nuevos materiales que no existían hace 18 años, con mayor poder de adhesión al material existente. |
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