Cinco años después y 42 presentaciones de por medio entre: notas, reclamos y denuncias presentadas a los diversos estamentos públicos, los vecinos de Mayú Sumaj siguen reclamando.
La irregularidad de los paradores de la zona y la falta de una resolución definitiva en cuanto al puente construido sobre el río San Antonio, son los bases fundamentales donde se fundamenta el malestar vecinal. “Nos toma el pelo, tenemos bronca, desazón, amargura, todo junto, acá no se puede vivir más así”, señala una vecina indignada al percatarse de la presencia de los medios.
Al ritmo de una canción improvisada que reza: “En Mayú Sumaj estamos re podridos de tantos paradores ilegales en el río”, el sábado por la tarde, un grupo de 200 vecinos marchó desde el algarrobo histórico hasta el puente que une la comuna con los paradores ubicados en la ribera de enfrente y luego hacia el único parador ubicado sobre el actual ejido de la comuna para manifestar su descontento.
Según expresan los vecinos, tres de los cinco paradores de la zona, están ubicados sobre la rivera occidental del río, zona que no pertenece a la comuna de Mayú Sumaj, y hasta que la Legislatura provincial no sancione la ley correspondiente, no pertenecen a ninguna comuna.
“Están en zonas grises, entonces hacen lo que quieren”, señala Enrique Senmartín, vecino y activista de la ONG Asociación de Amigos del Río San Antonio (Adarsa).
Altos decibeles sin límite horario, sobrecarga del río San Antonio, ausencia de baños por parte de los paradores que expenden bebidas y la carga que tiene la comuna de tener que hacerse responsable de los residuos que dejan los concurrentes a los paradores, son algunas de las quejas de los vecinos.
“Hoy, como está la situación, el río es para los jóvenes solamente. Queremos balnearios donde jóvenes y familias puedan convivir”, señala otra de las vecinas de la zona. “Imaginate que hay miles de chicos consumiendo cerveza u otras bebidas y hay un solo baño… ¿adónde van los chicos? Yo al río no me metería”, plantea Senmartín.
“Acá hay amparo de funcionarios provinciales, principalmente de Dipas y Secretaría de Ambiente, que no hacen nada desde 2006. Hay situaciones bochornosas como 10 meses de pedidos de audiencias sin recibir respuesta y la pérdida del expediente sobre la construcción del puente”, se queja Maximiliano Ibáñez otro de los vecinos que con su hija en brazos participa del reclamo.
Pocos vigilantes. Los vecinos señalan además que la escasa presencia policial se transforma en obsoleta: “Hay dos policías por cuadra, solos, sin respaldo, cuando les pedimos que vayan a controlar la gran cantidad de borrachos que hay en el río, nos contestan: ‘No podemos, son como 5 mil, nos van a linchar’, entonces de que seguridad nos hablan”, protestó Ibáñez.
“Queremos tener un turismo sustentable. Acá estamos matando al río y generando una situación imposible de habitabilidad”, agregó el vecino.
Fabián Flores, presidente comunal de la localidad, presenció la marcha y respaldó el reclamo vecinal. “Esperamos que la Legislatura defina los ejidos. Una vez que esto ocurra vamos a tener poder de policía sobre la otra costa del río y allí, desaparecerán los paradores, ya que con la planificación que realizamos durante 2009 con el concejo Urbano Ambiental, la figura paradores no existe. No están permitidos”, expresó el mandatario, quién además se mostró optimista sobre una resolución en este sentido durante 2010.
Una playa muy agitada
Quién le puso el gancho. Los vecinos de Mayú Sumaj cuestionan la construcción de un puente sin autorización sobre el río San Antonio.
Alguien que se haga cargo. Reclamaron por la ausencia de poder de policía de la comuna por la falta de definición del ejido por parte de la Legislatura provincial: esto genera imposibilidad de regulación de normas de uso para temas cruciales como horario, decibeles y cantidad de baños por mesa.
Dónde van los residuos del río. Manifestaron su preocupación por la creación de basurales a cielo abierto por parte de los paradores, sin que tengan posibilidades de otro tratamiento.
Una playa muy regada. Falta de efectivos policiales y ausencia de controles de alcoholemia, en playa que se llenan de jóvenes que beben alcohol en los paradores o directamente dentro del río San Antonio. Además, apuntan a la sobrecarga del río con degradación ecológica.
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