En la parroquia Caucagüita del municipio Sucre ríen por no llorar. Cuando les llega el agua, una vez al mes, bromean con que el cambio que prometió el alcalde Carlos Ocariz sí llegó y es fácil notarlo en el color del agua: amarillo intenso (el color de Primero Justicia). La filtración rudimentaria a la que la someten no es suficiente para sortear las enfermedades o piezas de ropa perdida que trae la contingencia.
La situación no es de chiste para quienes laboran en el Instituto de Aguas Municipales (IMAS). El jefe de Operaciones, Manuel Monteiro, explicó que la baja calidad en el agua se debe a los niveles críticos en los que se encuentran los embalses y que la situación podría agravarse en las próximas semanas, no solo en su jurisdicción, sino en toda la ciudad. Ya en noviembre del año pasado, cuando Hidrocapital lanzó su horario de racionamiento para la capital, el presidente del IMAS, Norberto Baussón, había advertido que el plan estaba pensado para gastarse todo el agua que quedaba en la ciudad.
"El fenómeno El Niño tiene una influencia, probablemente el invierno fue malo, 20% por debajo de lo normal, pero resulta que estás sobreexplotando los embalses, porque no tienes los pozos de Caracas. Le han tenido que sacar más agua a Camatagua, a Lagartijo, luego se te mezcla con el clima y son incapaces (los funcionarios) de controlar el resultado", aseguró en esa oportunidad. Ya casi es febrero y la sequía continúa.
Monteiro explicó que en Caucagüita, por ejemplo, se surten de la quebrada Tacamajaca, pero los caudales están tan bajos que no pueden prender las bombas que garantizan que el agua llegue a las zonas de más difícil acceso. "Hidrocapital auxilia esa quebrada con lo que le manda del embalse La Pereza, pero ahí los niveles también son críticos. El agua de Taguaza y Lagartijo no está mejor", aseguró.
En otras zonas de Caracas, como Montalbán, Las Acacias, la avenida Andrés Bello, Las Palmas, Antímano, Santa Mónica y La Florida el agua ya está llegando también mezclada con barro, con un color extraño.
Cisternas en emergencia En la estación cloradora Los Chorros, ubicada en la Cota Mil, los camioneros denuncian haber sido abandonados por Hidrocapital, además de lo golpeado que está el negocio producto de la sequía. Se trata del único llenadero que cuenta con agua todo el año (se surte de las quebradas que bajan del Ávila), es verdad, pero tienen que cargar todos a través de la única llave que funciona.
Asimismo, los camioneros solicitaron a la hidrológica que cumpla la promesa de recuperar el llenadero Gamboa, ubicado en San Bernardino, inutilizado desde hace años.
La contingencia se traduce en aumento en el tiempo para cargar y alza de los precios en el servicio. Hasta la urbanización Miranda, por ejemplo, el viaje ya supera los BsF 600.
Futuro seco
Hidrocapital potabiliza el agua que entrega mediante procesos químicos. Pero en caso de que venga con barro, lo recomendable es hervirla y agregarle cloro (la que no es para tomar).
Los camioneros de cisternas le aplican cloro al agua también. Aseguran que la calidad del líquido que transportan está garantizada, "mientras podamos cargar".
Los más afcetados con las dificultades en los embalses y llenaderos son los vecinos de los barrios. La presión es muy baja como para que llegue regularmente y los camioneros evitan subir por temor a que los roben. |
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