En pleno mediodía una cuadrilla de operarios entregan alimentos, remedios y chapas a los pobladores de Antequera que se instalaron a la vera del camino a Yapú Guzú para resistir el embate del río. Ayer el Paraná a la altura del puerto de Barranqueras quedó en 6,74 metros, pero todos esperan un nuevo repunte.
Unas 65 familias se evacuaron desde octubre hasta la fecha, casi todos pequeños productores que debieron hacer lo imposible para evitar que sus animales mueran en medio de la creciente.
Hasta hace unos meses padecían una sequía casi histórica, pero desde hace tres meses viven otra tragedia: están tapados de agua y sin lugares donde instalarse. En caso de que el río suba más, podrían perder todo.
Héctor Salinas, un peón de 45 años que por segunda vez en 4 años que debe enfrentar una inundación, espera que el río baje para volver al campo donde trabajaba. La crecida de 2007 fue su primera experiencia con el Paraná y las lecciones aprendidas le sirvieron para enfrentar esta crisis.
“Vamos a ver cómo solucionamos esto cuando la crecida se vaya”, relató resignado Salinas mientras en una improvisada cocina preparaba un modesto almuerzo.
“Por ahora estamos bien y vamos quedarnos acá, sabemos que el río va a seguir creciendo pero mientras no llegue me llegue el agua (el río está a menos de un metro de la nueva casa) no me voy a ir”, agregó.
Salinas, por el momento vive en una precaria vivienda elaborada con paredes de polietileno y chapas viejas. En el camino a Antequera todas las edificaciones son similares y carecen de algo esencial: instalaciones sanitarias.
Todos los días Salinas debe trasladarse hasta lo que queda del “pueblo” para buscar agua potable. Él, como el resto de los inundados, debe rebuscarse para tener acceso a un servicio básico.
La asistencia también incluye desinfectantes, veneno, repelente y remedios. Hay dos médicos del puesto sanitario visitan frecuentemente a los evacuados. La prevención es clave para evitar una epidemia.
Uno de los responsables de entregar la asistencia explicó que actualmente tienen censadas 65 familias evacuadas en la zona y otras 35 más del barrio de los pescadores. Desde octubre a la fecha, unas 8 se trasladaron a Resistencia o Barranqueras. El resto prefirió alojarse en el camino a la Isla del Cerrito para cuidar lo poco que queda.
El río se acerca de los 7 metros
En la primera semana de febrero el Paraná quedará a centímetros de los 7 metros. Una altura que inquieta y bastante. Si el caudal sigue creciendo habrá que tomar nuevas medidas en forma urgente.
Cuando llegue el nuevo pico se incrementará la cantidad de familias asistidas como también las tareas para evitar que la inundación golpee a las ciudades ribereñas más importantes del NEA. |
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