“Por favor, no insistan porque no va a hablar. No está bien”, pidieron sus familiares mientras la llevaban agachada y la tapaban de las fotos con las manos. La joven estaba bronceada y tenía una lastimadura debajo del ojo derecho. Luego la hicieron subir a un auto. Romina Campos volvió al país poco después de las seis de la mañana. El cuerpo de su amiga Lucía Ramallo Sarlo, la chica de 24 años que murió aplastada por un desprendimiento de piedras cuando dormía en una carpa en Machu Picchu, llegó en el mismo vuelo de Aerolíneas Argentinas, que salió desde Lima. Por la tarde, arribó desde Perú un avión con 60 turistas que estuvieron varados en esa zona.
Los restos de Lucía, que murió el lunes, fueron trasladados desde el aeropuerto internacional de Ezeiza hacia el cementerio privado Parque de la Gloria, en Berazategui, situado en el kilómetro 40 de la ruta 2, donde sus amigos y familiares le dieron el último adiós. Por la tarde arribó el primer grupo que fue rescatado de Aguas Calientes, cerca de la ciudadela inca, donde estuvieron varados por un alud de barro. Llegaron en un avión Fokker F-28 enviado a Perú por orden de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Antes hicieron escala en Tacna.
Romina y Lucía estaban en la carpa aplastada durante el aluvión de piedras y tierra ocasionado por las intensas lluvias que afectaron a Perú. Las dos hacían el Camino del Inca rumbo a Machu Picchu. Estaban a dos horas de llegar. El alud, causado por las fuertes inundaciones, ocurrió en el campamento de Wiñay Wayna. El guía peruano que las acompañaba, Washington Huaraya, falleció en una zona conocida como Inti Punku. En total hubo diez muertos en los últimos seis días.
El féretro de Lucía partió hacia el cementerio escoltado por una camioneta 4 x 4 de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que la siguió hasta el kilómetro 26 de la ruta 2, y por otro móvil de la empresa de asistencia al viajero Assist Card.
Era el segundo viaje de Lucía a Machu Picchu. Nació en la localidad de City Bell, le gustaban la moda y la fotografía y diseñaba bolsos.
“Era el tercer día que dormíamos en las carpas y el último antes de llegar a Machu Picchu. Pero, en la mitad de la noche, se nos cayó un muro arriba. Cuando estábamos durmiendo la escuché gritar a Lu y pensé que tenía pesadillas, pero después empecé a sentir piedras que caían sobre mi cabeza. Lo que pasó fue terrible. Estoy muy mal”, dijo Romina poco después de la muerte de su amiga. Cuando llegó a Ezeiza no quiso hablar. Estaba cansada y triste.
“Todos los turistas están siendo evacuados. Están muy bien de salud. Hasta el domingo serán trasladadas todas las personas que deseen volver. En Machu Picchu deben quedar poquito menos de 300 varados. Quiero llevar tranquilidad porque yo estuve ahí y la gente está más distendida, muy ordenada y tranquila, jugando a las cartas y algunos al voley”, dijo el embajador argentino en Perú, Darío Alessandro.
“Fue una experiencia bastante fea. No se la deseo a nadie. Pasamos días y noches de hambre y sed y teníamos pocos baños. Pero tenemos que agradecer que llegamos vivos después del calvario”, dijo uno de los turistas argentinos al llegar a Ezeiza. Lo esperaban, emocionados, sus familiares y amigos. Las escenas de llantos y abrazos se repetían en el hall del aeropuerto.
Además, Aerolíneas Argentinas informó que dispuso el envío de una aeronave a Lima, “para colaborar con la evacuación de los turistas que se vieron afectados por el alud de Machu Picchu”. Es un Boeing 737/700 Next Generation, con capacidad para 149 pasajeros, que partirá esta mañana desde Ezeiza a las 8.05 para llegar al aeropuerto internacional “Jorge Chávez”, de Lima, a las 11.32 hora local. Según la línea aérea, “allí serán embarcados los turistas que hasta ahora han sido evacuados desde el lugar de la tragedia, en la zona del Cusco”. Se estima que llegarán a Ezeiza a las 20.18 de hoy.
Otros grupos en camino
Entre hoy y mañana llegarán al país otros 650 turistas argentinos que estaban varados en Machu Picchu. Un grupo aguardaba en Cusco poder viajar hacia Lima y desde allí a Buenos Aires. Después de haber estado varados casi una semana, la mayoría de los turistas estaban con buen ánimo porque quieren reencontrarse con sus familiares. Gracias al buen clima, 12 helicópteros, entre ellos 6 estadounidenses, encabezaron las tareas de evacuación en Aguas Calientes, al pie de la ciudadela inca de Machu Picchu.
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